Alrededor de 100 millones de mujeres latinoamericanas constituyen más del 50% de la fuerza de trabajo de la región, y aunque ellas estudian y trabajan más, ganan menos y representan la mayoría de las personas pobres, informales y desempleadas, según un informe realizado por la oficina regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otras agencias de Naciones Unidas.
La participación de las mujeres latinoamericanas en el mercado de trabajo aumentó de 49,2% en 2000 a 52,9% en 2010, pero aún es inferior a la de los hombres (79,6%). En cambio, la tasa de desempleo de las mujeres (9,1%) es mayor que la de los hombres (6,3%), revela el Informe Regional sobre Trabajo Decente e Igualdad de Género: “Políticas para mejorar el acceso y calidad del empleo de las mujeres en América Latina y el Caribe”, realizado por la OIT, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y ONU Mujeres.
La directora regional de ONU Mujeres Moni Pizani explicó que “el principal objetivo del informe es formular recomendaciones de política pública que promuevan el acceso igualitario de hombres y mujeres a las oportunidades de empleo decente y que contribuyan a la igualdad de género y el empoderamiento económico de las mujeres”.
Según el documento, las trabajadoras latinoamericanas son mayoritariamente urbanas, y siete de cada 10 son adultas en edad reproductiva. Las mujeres también son más entre las personas sometidas a extensas jornadas por la suma del tiempo dedicado al trabajo y al cuidado de la familia.
El informe de las agencias de la ONU destaca que el 53,7% de las mujeres de la población económicamente activa logra 10 o más años de educación formal, en contraste con 40,4% de los hombres. Además, 22,8% de las mujeres cuenta con educación universitaria (completa e incompleta), por encima del 16,2% de los hombres. Pese a ello, obtienen menos ingresos que sus colegas varones; y aunque la brecha salarial ha disminuido las trabajadoras ganaban 68% de lo que recibían los hombres en 2010.
La economista y directora de Estudios de Comunidad Mujer Andrea Bentancor se refirió a la revisión macroeconómica de las principales estadísticas laborales de la región incluida en el Informe Regional y afirmó que “las mujeres debemos participar en la discusión de modelos de desarrollo y también en la discusión sobre la política tributaria, la política fiscal y de la distribución del gasto y los presupuestos”.
Las mujeres de la región son un elemento esencial en la producción de alimentos. Su contribución a la seguridad alimentaria con sus actividades como trabajadoras agrícolas o no agrícolas- asalariadas, por cuenta propia o no remuneradas es clave. La brecha de género representa un costo real para la sociedad en términos de producción agrícola, seguridad alimentaria y crecimiento económico. Si las productoras agrícolas tuvieran las mismas condiciones que los hombres, sería posible alimentar en el mundo a 150 millones de personas más en el mundo.
La estructura productiva no crea suficientes empleos de buena calidad para las mujeres rurales, fuertemente ligadas a los patrones tradicionales de género. Su aporte a la economía campesina es poco reconocido y su acceso a la propiedad de la tierra limitado.
La especialista de la FAO Soledad Parada comentó que las mujeres rurales se ocupan de la agricultura en condiciones de alta precariedad: como trabajadoras por cuenta propia y familiares no remuneradas en proporciones superiores al 50%. “El número de mujeres incorporadas al trabajo agrícola asalariado es creciente en los últimos años; pero esta integración laboral tiene un carácter intermitente y a menudo es en empleos precarios y mal remunerados”.
Por su parte, el director regional Adjunto para la Coordinación de Políticas y programas de la OIT Guillermo Miranda destacó que cerca del 40% de la población de la región latinoamericana está gobernada por mujeres. “Esta feminización de las presidencias en América Latina es un logro democrático muy importante; un cambio cultural muy significativo y ello nos invita a redoblar los esfuerzos para que la temática de igualdad de género se incorpore activamente en las agendas pública y privada”.
Situación mundial
A nivel mundial todavía es excesiva la presencia de mujeres en la economía informal, en la labor precaria y en puestos mal remunerados, como por ejemplo la agricultura y el trabajo a domicilio o doméstico. Las mujeres constituyen más del 40% de la mano de obra agrícola de las naciones en desarrollo, e incluso hasta el 70% en algunas, según la FAO.
Dice la OIT que los índices de participación en la fuerza de trabajo no están mejorando y se mantienen en más de un punto porcentual por debajo del nivel anterior a la crisis. La caída de estos índices es particularmente pronunciada en Asia oriental y Asia meridional, donde muchas mujeres han abandonado el mercado laboral. Mientras más del 80% de los hombres en Asia meridional está empleado o busca trabajo, solo el 32% de las mujeres tiene esas posibilidades. Esas cifras demuestran que las mujeres tienen muchas menos probabilidades que los varones de trabajar o estar ocupadas.
Las mujeres en China sufren una creciente desigualdad salarial en comparación con sus similares del sexo masculino y de disparidad en el mercado laboral. Un estudio realizado por la Federación de Mujeres de China (FMCh) revela que en 2010 los ingresos de las mujeres en áreas urbanas fue 67,3% del de los hombres y en áreas rurales 56%, mientras en 1990 era de 77,5 y 79%, respectivamente. Las mujeres constituyen el 45% de la fuerza laboral en China continental, pero en el sector empresarial apenas uno cada cuatro es mujer.
Un estudio del Instituto de Trabajo Internacional y Seguridad Social, dependiente del Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social de China, confirmó que el género es uno de los cinco factores citados cuando se habla de discriminación laboral. Según una encuesta aplicada en ocho ciudades chinas, el 8% de las mujeres dijo que perdieron su trabajo por discriminación de género frente al 3,6% de los hombres.
Según el informe sobre las tendencias mundiales del empleo en 2013 de la OIT, en algunas zonas asiáticas la participación de las mujeres en el mercado laboral disminuye aún más y es considerada una de las causas principales del lento crecimiento del empleo. En India la presencia femenina en la fuerza laboral disminuyó de 37% en 2004-5 a 29% en 2009-10. De los 131 países con datos disponibles relativos a la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, India se sitúa en el decimoprimer lugar a pesar de su rápido crecimiento económico.
La OIT alertó que las disparidades laborales entre sexos y la desigual situación de las regiones del orbe se acentuaron luego del estallido de la crisis en 2007, al punto que en la actualidad las tasas de desocupación de las mujeres son más altas que las de los hombres.
En las economías avanzadas la crisis afectó a los hombres en los sectores que dependen del comercio más que a las mujeres que trabajan en la salud y la educación. En los países en desarrollo las mujeres fueron particularmente perjudicadas en las labores relacionadas con el comercio. Según la OIT, de 2002 a 2007 la tasa de desempleo femenina se situó en 5,8%, comparada con 5,3% de los varones. No obstante, la crisis incrementó la disparidad de 0,5 a 0,7%, al destruir 13 millones de puestos para las mujeres.
Las mujeres de la Unión Europea deben trabajar 59 días más que los hombres para recibir el mismo salario, pues ellas ganan como promedio 16,2% menos, pese a que el principio de salario igualitario está reconocido por los Tratados de la UE desde 1957.
En Francia las desventajas de las mujeres en los ámbitos económico, político, social, e incluso deportivo, son aún grandes respecto a los hombres. Si bien las diferencias salariales entre ambos géneros por igual tipo de tarea o responsabilidad disminuyeron cuatro puntos en los últimos cinco años, todavía son amplias, admite el instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos (Insee).
En la empresa privada una trabajadora francesa recibe hasta 28% menos de ingresos respecto a un asalariado de sexo masculino, y tiene mayores dificultades para ascender o capacitarse. Según el Insee, si bien en el sector público la brecha es menos grande, aún resulta significativa, con un promedio de 18%. Una mayor preparación profesional tampoco resuelve las diferencias, indica un estudio de la Asociación por el Empleo de los Cuadros, donde demuestra que una ejecutiva o alta funcionaria devenga entre 20 y 22% por debajo de un hombre en igual cargo.
El diario L’Equipe publicó extractos de un informe realizado a solicitud de las autoridades deportivas donde "se constata una desigualdad recurrente entre hombres y mujeres a todos los niveles de participación". De acuerdo con el Grupo Nacional Mujeres y Deporte, las féminas son el 37 por ciento de los inscritos en alguna federación y reciben menos atención, tanto de los dirigentes como de los medios de comunicación en su desempeño.
Sin embargo, la OIT confirmó que la diferencia salarial entre hombres y mujeres disminuyó durante los años de crisis en la mayoría de los países, debido principalmente al deterioro del mercado laboral para el sector masculino. Según los especialistas del organismo internacional, el mercado laboral ha mejorado o se mantenido igual que antes de la crisis para las mujeres.
En la mayoría de los países los cambios en la diferencia salarial entre mujeres y hombres son por lo general cíclicos: aumentan en períodos de crecimiento y disminuyen durante las fases de contracción económica. En general, los hombres trabajaban en sectores que fueron más afectados por la crisis y también disminuyeron sus horas de trabajo, lo cual contribuyó a reducir la desigualdad salarial.
Con información de:
1. Trabajo decente e igualdad de género. Políticas para mejorar el acceso y la calidad del empleo en América Latina y el Caribe - [pdf 4393KB]
2. Resumen ejecutivo. Trabajo decente e igualdad de género. Políticas para mejorar el acceso y la calidad del empleo en América Latina y el Caribe - [pdf 450KB]