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febrero 10, 2015

La “charlatanería académica” según Chomsky y Bunge

La “charlatanería académica”, consistente en una mezcla de sinsentidos, falsedades y perogrulladas enunciadas en lenguaje hermético y más o menos bombástico, con términos extravagantes compuestos de archisílabos, se ha impuesto en algunas facultades de Humanidades, principalmente de París. “Carece de interés para mí este tipo de pavoneo presuntuoso… No me interesan los falsarios intelectuales horros de todo contenido”, sentencia Noam Chomsky. Para Mario Bunge, ese tipo de “pseudociencia” es un “virus intelectual” que puede atacar a cualquiera y enfermar toda una cultura y volverla contra la investigación científica.

Bunge: La pseudociencia y la anticiencia son indicadores del estado de salud de la cultura

Gabriel Arnaiz (1)

El filósofo argentino Mario Bunge no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar al psicoanálisis, al posmodernismo, a la economía neoclásica y a otras teorías “pseudocientíficas”. A sus 92 años, todavía se mantiene en plena forma. En estos últimos años publicó varias obras importantes, por ejemplo Filosofía política, Matter and Mind, Las pseudociencias, ¡vaya timo! y Ontología I: el moblaje del mundo.

Conocido sobre todo por sus investigaciones en el ámbito de la filosofía de la ciencia (donde algunos de sus libros se han convertido en clásicos imprescindibles, como La ciencia, su método y su filosofía), Bunge también ha realizado aportaciones significativas en otros campos del conocimiento, como la filosofía de la física y de la tecnología, la filosofía de la biología y de la psicología, la crítica de las pseudociencias o la filosofía de la economía y de las ciencias sociales. Y es que Mario Bunge es uno de los pocos filósofos que han desarrollado un sistema filosófico propio, algo que ya no se estila en el panorama filosófico contemporáneo, sobre todo desde que el posmodernismo impuso sus dogmas.

Con más de 50 libros a sus espaldas y medio millar de artículos, Bunge sigue siendo un pensador poco conocido y apreciado en nuestro país (España), a pesar de haber recibido 19 doctorados honoris causa y el Premio Príncipe de Asturias en 1982. Por esta razón, Editorial Laetoli ha decidido publicar, en colaboración con la Universidad Pública de Navarra, una nueva colección dedicada enteramente a este autor: la Biblioteca Bunge. Por el momento está prevista la publicación de cinco títulos: la reedición de Materialismo y ciencia, Pseudociencia e ideología y Racionalidad y realismo, que ya estaban agotados y eran prácticamente inencontrables, y la traducción de Materia y mente.

La editorial Gedisa se ha comprometido a publicar en español las más de 2600 páginas que componen este hercúleo proyecto. Por ahora se han traducido tres volúmenes, Semántica I: Sentido y referencia (2008), Semántica II: Interpretación y verdad (2009) y Ontología I: El moblaje del mundo (2011). Pronto los lectores hispanohablantes podrán disfrutar de una de las obras filosóficas más importantes del siglo XX. Nos referimos a los ocho volúmenes de su Treatise of Basic Philosophy, en los que trabajó desde 1974 hasta 1989, y que le han servido como armazón conceptual para desarrollar la totalidad de su obra posterior.

Bunge no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar duramente algunas de las teorías más populares del momento (del psicoanálisis, al posmodernismo, pasando por el feminismo, la economía neoclásica o la psicología evolutiva, por citar sólo unos pocos), a las que tilda de pseudocientíficas, y es de agradecer su esfuerzo por ser siempre claro y pedagógico.

Tengo la sensación de estar entrevistando al último gran filósofo vivo del siglo XX y no puedo evitar la tentación de preguntarle también sobre algunas cuestiones actuales.

P. En un artículo incluido en Vistas y entrevistas cuenta usted cómo su hija Silvia, que entonces tenía 11 años, le hizo la fatídica pregunta a la que todo filósofo debe enfrentarse tarde o temprano: ¿por qué se dedica usted a la filosofía?

R. Porque me fascinan los problemas filosóficos, tales como “¿qué es el tiempo?”, “¿qué es la mente?” y “¿qué es la vida?”. De chico pasaba horas tratando de formar seres vivos disolviendo sulfato de cobre en agua y observando los “árboles” que van emergiendo. (Recordemos que Mario Bunge se doctoró en ciencias físicas por la Universidad de la Plata en 1952 con una tesis doctoral sobre la cinemática del electrón relativista y que hasta 1963 fue profesor de física y filosofía en la Universidad de Buenos Aires).

P. En un artículo reciente, usted ha escrito “que la filosofía política no es un lujo, sino una necesidad”, ¿podríamos también decir lo mismo de la filosofía en general?

R. La filosofía interviene tanto en la formación de cosmovisiones como en la de políticas estatales. Lo primero es obvio, ya que una concepción del mundo puede ser materialista o idealista, laica o religiosa, individualista o globalista, egoísta o altruista, etc. En cuanto a la intervención de la filosofía en el diseño de políticas económicas y culturales, recuérdese que toda política de ese tipo se basa tanto sobre datos sobre el estado actual de la sociedad como sobre alguna ideología, y que el corazón de toda ideología es filosófico, ya que la ideología es la parte de la cosmovisión que se ocupa de asuntos sociales. Por ejemplo, la ideología que inspira al neoliberalismo es individualista, elitista y autoritaria, mientras que la que inspiró a las socialdemocracias fue sistémica, inclusivista y democrática. El que muchos ideólogos no sean consecuentes, es harina de otro costal.

Por ejemplo, Friedrich Hayek ensalzó la libertad y también el régimen fascista del general Pinochet. Y se proclamó individualista, al punto de procurarle a Margaret Thatcher su famoso principio: “No hay sociedad: sólo hay individuos”. Pero en otras publicaciones Hayek ha afirmado que el mercado es mucho más sabio que cualquier experto, con lo que admitió tácitamente que el mercado tiene mente, hipótesis de neto cuño globalista (holista). En resumen: rásquese una concepción general cualquiera y se descubrirá una o más filosofías. Se puede ignorar la filosofía, pero no se la puede evitar.

P. ¿Qué son las pseudociencias y por qué les ha dedicado usted tanto tiempo y esfuerzo?

R. Una pseudociencia es un cuerpo de creencias incompatibles con el fondo de conocimiento científico. Le he dedicado mucho tiempo a esta cuestión porque me asombra y alarma el que haya tantos científicos y filósofos crédulos. Creo que es un indicador de que se puede ser muy competente en un rincón del saber y tonto en cuestiones fundamentales, porque los conocimientos científicos suelen enseñarse de a uno, y porque no se los acompaña de reflexión metodológica, o sea, no se habitúa al estudiante a preguntarse cómo se sabe tal o cual cosa.

Bunge es uno de los pocos filósofos actuales que se ha tomado en serio el fenómeno de las pseudociencias. El problema es que “los científicos y los filósofos tienden a tratar la superstición, la pseudociencia y hasta la anticiencia como basura inofensiva o, incluso, como algo adecuado al consumo de las masas; están demasiado ocupados con sus propias investigaciones como para molestarse por tales sinsentidos. Esta actitud, sin embargo, es de lo más desafortunada. Y ello por las siguientes razones. Primero, la superstición, la pseudociencia y la anticiencia no son basura que pueda ser reciclada con el fin de transformarla en algo útil: se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera –lego o científico– hasta el extremo de hacer enfermar toda una cultura y volverla contra la investigación científica. Segundo, el surgimiento y la difusión de la superstición, la pseudociencia y la anticiencia son fenómenos psicosociales importantes, dignos de ser investigados de forma científica y, tal vez, hasta de ser utilizados como indicadores del estado de salud de una cultura”.

P. ¿Por qué afirma que “el psicoanálisis es tan pseudocientífico como la parapsicología”?

R. Porque ambos rehúyen la contrastación experimental y son incompatibles con la neurociencia cognitiva, que enseña que los procesos mentales son cerebrales.

P. En Las pseudociencias, ¡vaya timo! Afirma usted que la crisis financiera que empezó en el 2008 es producto de una filosofía económica errónea. ¿Podría explicarnos esta afirmación?

R. La teoría económica estándar afirma que la economía está en todo momento en equilibrio, o sea, en el estado en que la oferta es igual a la demanda (teorema de Debreu). Esta teoría ignora, pues, los desequilibrios (en particular, los desequilibrios financieros). La teoría es un mero ejercicio matemático, sin relación con la realidad.

En el libro citado, Bunge es un poco más explícito: “En resumidas cuentas, las políticas económicas que condujeron a la crisis económica actual fueron inspiradas por varias teorías económicas defectuosas. A su vez, esas teorías están basadas en una filosofía errónea y esta filosofía es responsable, en gran medida, de la crisis económica de 2008.”)

P. En ese mismo libro usted defiende un escepticismo metodológico o moderado, y lo contrapone al dogmatismo y al escepticismo radical. ¿Podría explicarnos en qué consiste ese escepticismo moderado?

R. El escéptico moderado no rechaza la totalidad del conocimiento, sino que pone en duda un pedazo por vez. Cada vez que se critica una idea lo hace asumiendo otras ideas.

Bunge defiende el escepticismo metodológico, que “es una posición tanto metodológica como práctica y moral. En efecto, quienes lo adoptan creen que es tonto, imprudente y moralmente erróneo afirmar, practicar o predicar ideas importantes que no hayan sido puestas a prueba o, peor aún, que hayan mostrado de manera concluyente ser totalmente falsas, ineficientes o perjudiciales” y “a la vez, estamos dispuestos a abandonar toda creencia que pruebe carecer de fundamentos”, explica en Las pseudociencias...

En Las pseudociencias... dice: “No todas las creencias son equivalentes: unas son más verdaderas o mejores que otras. El dogmático es esclavo de creencias que no ha examinado críticamente, de modo que se arriesga a obrar mal. El escéptico radical, el que nada cree, no está al abrigo de toda creencia, sino que es víctima de creencias ajenas. En cambio, el escéptico moderado, el que sopesa cada idea antes de adoptarlas o rechazarlas, está en condición de actuar racional y eficazmente”.

P. Según la opinión filosófica dominante, Wittgenstein y Heidegger serían los dos grandes filósofos del siglo XX, el primero para los filósofos analíticos y el segundo para los filósofos continentales. Según este dictamen, hoy no podemos hacer filosofía si ignoramos las aportaciones de estas dos luminarias. ¿Qué opinión le merece este análisis?

R. Para evaluar una filosofía hay que preguntarse qué problemas contribuyó a resolver. Wittgenstein negó la existencia de problemas filosóficos, y Heidegger no hizo sino juntar palabras. Wittgenstein es popular porque es trivial, y Heidegger porque es hermético.

P. En La relación entre la filosofía y la sociología (EDAF, 2001) usted se reconoce heredero de la Ilustración y rechaza tanto las tres olas románticas que han invadido la filosofía como la “charlatanería académica” que se ha impuesto en las facultades de humanidades. ¿Podría explicarnos qué quiere decir con esto?

R. Entiendo por “charlatanería académica” la que se produce en ciertas universidades, consistente en una mezcla de sinsentidos, falsedades y perogrulladas enunciadas en lenguaje hermético y más o menos bombástico. El primero y peor de todos esos charlatanes fue Hegel, a quien no se habría tomado en serio si hubiese escrito en castellano o en catalán desde un villorrio español. Su prosa fue tan opaca que generó dos o quizá tres alas de “intérpretes” que se disputaron su legado. Hoy día el charlatanismo académico proviene principalmente de París, urbe que, de “Ciudad de la Luz” hacia 1750 pasó a ser “Ciudad de las Tinieblas” dos siglos y medio después, gracias a Sartre y demás discípulos de Heidegger.

Por fortuna, el charlatanismo académico no se practica en las facultades serias: las de ciencias, ingeniería, medicina, farmacia y agronomía. En ellas hay que fundamentar lo que se afirma y aclarar cada vez que alguien admita no entender lo que se dice.

P. Los pensadores materialistas del XIX como Feuerbach, Comte o Freud pensaron que la religión desaparecería con la extensión de la educación científica. ¿Cree usted que las religiones desaparecerán en un futuro cercano?

R. Las religiones seguirán atrayendo a la gente mientras haya miseria, guerra e ignorancia, porque ellas proveen algo que la ciencia no da: consuelo e ilusión de seguridad.

P. En España triunfa Más allá de la vida, un programa de televisión en el que una médium entra en contacto con un familiar muerto de una celebridad y le transmite a éste lo que aquél supuestamente le comunica. ¿Por qué cree usted que, a pesar de vivir en una sociedad altamente tecnológica, la mayoría de la gente cree en la existencia de fantasmas, pagan a personas para que les “lean” el futuro y confían en que haya una vida después de la muerte?

R. Las supersticiones siguen siendo populares porque la ciencia suele enseñarse mal, como una lista de recetas en lugar de enseñar a investigar problemas.

P. ¿Qué opinión le merece el movimiento de los indignados de Madrid, que ahora se ha extendido a otros países, como EE UU?

R. Muy interesante como síntoma de insatisfacción con el orden social imperante, pero inútil porque no va acompañado de organización política.

P. ¿Nos podría decir en qué está trabajando ahora mismo?

R. Estoy revisando mi próximo libro Evaluando filosofías y en este momento estoy en China, dando conferencias en las que critico al marxismo osificado, ataco a la dialéctica por confusa y políticamente suicida, e insto a los marxistas a aprender ciencias y a investigar problemas, en lugar de seguir repitiendo y comentando a sus clásicos.

En el informe que ha escrito sobre su estancia en este gran país (y que puede consultarse en la web de Laetoli), podemos leer que “en China la filosofía no se ha movido junto con la economía, la técnica y la ciencia. En efecto, el núcleo de su filosofía, la dialéctica, es falso en el mejor de los casos y en el peor es confuso, y por tanto, incapaz de ser debatido racionalmente”.

P. En Filosofía política (Gedisa, 2009) propone usted una alternativa al capitalismo y al socialismo que denomina “democracia integral”. ¿Sería tan amable de explicarnos en qué consistiría y ponernos algunos ejemplos?

R. En una democracia integral, todos comparten la riqueza, la cultura y el poder político. Cuando un grupo monopoliza alguno de estos recursos, no sólo excluye a la gran mayoría, sino que también termina por apoderarse de los demás recursos. Esto ocurre tanto con el capitalismo como con el socialismo autoritario. Por esto preconizo la combinación de la democracia (o autogobierno) con el cooperativismo.

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Noam Chomsky sobre Žižek: “No me interesan estos falsarios intelectuales horros de todo contenido” (2)


Slavoj Žižek representa un ejemplo extremo de los postmodernos que adoptan posturas mediante el uso de términos extravagantes compuestos de archisílabos; no hay nada de teoría en todo este rollo en el sentido de “teoría” de quien esté mínimamente familiarizado con las ciencias o con cualquier otro campo serio, afirma Noam Chomsky, profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Mass.

Se colgaron en youtube unas declaraciones de Chomsky sobre Žižek y Lacan. Julie Wark, miembro del Consejo Editorial de SinPermiso y amiga personal de Chomsky, las ha transcrito y traducido para SP. No es nueva la hostilidad del gran científico y veterano activista político estadounidense hacia todas las variantes del oscurantismo postmodernista en general, y en particular, de la French Theory y sus múltiples derivados. Ya hace dos décadas, por ejemplo, escribía:

“Los intelectuales de izquierda participaron activamente en la vida animada de la cultura obrera. Algunos buscaron compensar el carácter de clase de las instituciones culturales con programas de educación obreros o mediante obras de divulgación —que conocieron un éxito muy grande— sobre matemáticas, ciencias y otros temas. Es hiriente constatar que hoy en día sus pretendidos herederos a menudo privan a los trabajadores de estos instrumentos de emancipación, informándonos, de paso, de que el ‘proyecto de los Enciclopedistas’ está muerto, que hay que abandonar las ‘ilusiones’ de la ciencia y de la racionalidad. Será un mensaje que hará felices a los poderosos, satisfechos de monopolizar esos instrumentos para su propio uso.”

Y hace poco más de 8 años, Chomsky explicaba que cuando abre una revista especializada de matemáticas, normalmente no entiende gran cosa, pero si tiene interés en comprender algún tema en especial, “sé lo que tengo que hacer”. Se dirige a un amigo o colega con conocimientos sobre el tema del que busca una explicación, y le pide que se lo aclare. El objetivo se cumple de forma habitual. Pero, en notabilísimo contraste, cuando trata de leer algo escrito por los postmodernos que no entiende, y se dirige a uno especializado en postmodernismo para que se lo explique, no sirve de nada. “Los que practican estas artes no parecen capaces de explicarme el contenido de lo que se dice”. Y añade a continuación: “es lo contrario de lo que ocurre habitualmente en las ciencias, las matemáticas, la composición musical o en otros dominios.”

La pequeña entrevista que a continuación transcribimos y traducimos sigue esta misma línea, que expresa con simpática contundencia la indignación del hombre de ciencia y del hombre de acción contra el no tan inocuo charlatán de salón.

P. George Hegel: En una de nuestras charlas en el pasado, usted dijo que no le interesa mucho la teoría, ni piensa que sea útil o que tenga aplicaciones prácticas a la hora de combatir y cambiar estos sistemas de poder. No obstante, en nuestros tiempos uno de les intelectuales izquierdistas más polifacéticos, Slavoj Žižek, tiene una perspectiva casi diametralmente opuesta en su trabajo. Él se basa en el trabajo de Derrida y Lacan y otros para explicar su crítica del capitalismo global, la ideología del imperio, y así sucesivamente. ¿Me explica por qué usted no ha escrito más libros sobre la teoría política, económica o social y qué piensa del trabajo de Slavoj Žižek, en la medida en que usted lo haya leído o conozca, su uso del trabajo del psicoanalista francés Lacan y, por supuesto, de Derrida, el deconstruccionismo y todo su legado?

R. Noam Chomsky: Usted se refiere a la “Teoría” y cuando dije que no me interesa la teoría, lo que quería decir es que no me interesa esta adopción de posturas mediante el uso de términos extravagantes compuestos de archisílabos, ni, menos, la fantaseada ficción de disponer de una “teoría”, cuando no hay ninguna teoría en absoluto. No hay nada de teoría en todo este rollo, no, desde luego, en el sentido de “teoría” de quien esté mínimamente familiarizado con las ciencias, o con cualquier otro campo serio. Intente usted buscar en todo el trabajo que ha mencionado algunos principios desde los cuales sería posible deducir conclusiones o proposiciones empíricamente verificables y a un nivel algo más alto de lo que se pueda explicar a un niño de doce años en cinco minutos.

A ver si usted puede encontrar algo así, una vez decodificados todos los palabros extravagantes. Yo, no puedo. Carece, pues, de interés para mí este tipo de pavoneo presuntuoso. Žižek representa un ejemplo extremo del mismo. No veo el menor contenido en lo que dice. Respecto a Jacques Lacan, lo cierto es que llegué a tratarlo personalmente. Y en ese plano, me gustaba bastante. Nos reuníamos de vez en cuando en París. Pero, a decir verdad, siempre pensé que era un charlatán integral. No hacía sino coqueteos ante las cámaras de televisión, a la manera típica de tantos intelectuales de París. No tengo la menor idea de por qué todo esto le parece a usted tan influyente. Yo no veo nada que merezca tener esa influencia. Quizá usted me puede explicar por qué piensa que es influyente; si hay algo importante, yo, soy incapaz de verlo. No me interesan los falsarios intelectuales horros de todo contenido.

P. George Hegel: Creo que le interesa a mucha gente…, sobretodo porque este trabajo es cada vez más popular en ambientes contestatarios… recuerdo que oí el nombre de Žižek hace pocos años, y ahora cuando voy a diferentes círculos organizadores de acontecimientos, protestas, mítines o asambleas, oigo a menudo su nombre o comentarios sobre su trabajo… y me parece que usted, hace poco, tuvo una reunión con Angela Davis, una conversación en Boston moderada por Vijay Prashad. Me gustaría ver más conversaciones de este tipo, hasta entre gente con diferentes perspectivas, por ejemplo usted mismo con Slavoj Žižek, el trabajo del cual es cada vez más influyente... ¿Piensa usted que sería útil hacer ese tipo de debates, como mínimo conversaciones con otras personas de la izquierda que ofrecen trabajos a gente que sí que los encuentran interesantes? ¿Cree que tenemos que pensar en esto?

R. Dice que su trabajo es cada vez más influyente… Permítame que lo dude. Creo que sus poses y posturitas son cada vez más influyentes. ¿Me puede usted decir a qué trabajo se refiere? Porque lo que es yo, no lo encuentro. Es un buen actor. Hace puestas en escena y que las cosas parezcan apasionantes, ¿pero encuentra usted algún contenido? Yo, no. No tengo el menor interés en tener una conversación con él, y supongo que él tampoco querría charlar conmigo. En cambio, la conversación con Angela Davis fue buena. Es una persona intelectualmente estimable, piensa seriamente y tiene cosas que decir, y algunas, interesantes.



1. Fuente: Filosofía Hoy, http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/Bungefilosofia.pdf
2. Transcripción y traducción para www.sinpermiso.info: Julie Wark, 7 de julio de 2013.

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