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diciembre 03, 2016

El gobierno incapaz espera ayuda internacional para dar agua a la gente

Miguel Lora Ortuño *

Las cisternas, los pozos y la distribución de agua en botellas no solucionan el problema de casi dos millones de habitante de La Paz y de El Alto. La educación precipita la conclusión del año lectivo. Los hospitales suspenden intervenciones quirúrgicas y el servicio de hemodiálisis. El gobierno se limita a mirar al cielo esperando que la Pachamama se apiade de sus hijos. Incapacidad del Estado Plurinacional y del gobierno para solucionar un problema tan elemental como es el agua. Clarísima tendencia a la privatización y a cargar el costo de los servicios sobre las espaldas de la población. 


Durante el mes de noviembre, el problema del agua ha puesto al desnudo toda la incapacidad del Estado y del gobierno para poder resolver de manera estructural este problema tan elemental en La Paz y en el resto del país. La millonaria campaña publicitaria mostrando que el país está a la vanguardia del crecimiento económico de la región ha sido desmentida porque se muestra a la luz del día que este gobierno no tiene iniciativa ni la capacidad económica para dar a beber a los bolivianos e impedir el desastre en la agricultura y la ganadería porque más del 75 % de los sembradíos se pierden y porque miles de cabezas de ganado mueren por falta de agua; además pone al desnudo el despilfarro inútil de millones de dólares en gastos superfluos y en la campaña para la difícil tarea de maquillar el rostro de Evo Morales.

Las movilizaciones populares que a diario se realizan en las grandes ciudades ponen en jaque al gobierno demagogo e impostor que ha recurrido a la estupidez de responder a la gente con más propaganda donde Evo parece como un demiurgo resolviendo todos los problemas de Bolivia y sus alrededores, propaganda que contrasta con la dramática realidad que están viviendo los habitantes de gran parte del país y, aun empezando las lluvias, no será la solución inmediata para calmar la sed y garantizar salud a la gente porque las aguas tardarán meses en acumularse nuevamente en los reservorios existentes.

La solución estructural para este problema pasa por la inversión de millones de dólares para captar todas las reservas hídricas que hay en el país; al otro lado de la cordillera existe abundante agua que habría que buscar los medios tecnológicos adecuados y rentables para trasladarla al altiplano y a los valles; pero ¿dónde está la plata? No hay: las reservas internacionales son nada frente al tamaño de las necesidades materiales de los bolivianos. Frente a las exigencias de las regiones para que se redistribuya el dinero de manera más racional y equitativa, el gobierno arrecia la campaña en sentido de que gobernaciones y municipios deben dejar de depender progresivamente del poder central, considera que éstos deben crear empresas rentables para que a la larga puedan generar sus propios recursos y dejar de seguir pidiendo plata al Estado; por otra parte, repite hasta el cansancio que las autonomías dan competencias a las regiones para que puedan inventar más impuestos por diferentes motivos para que sea la población quien cargue con la crisis y los servicios más elementales. Esta es la razón de por qué las poblaciones votan contra las cartas orgánicas que idean los oficialistas y la oposición de derecha.

En los últimos días el gobierno ha sorprendido a la población con el anuncio de que estudiará las condiciones de la ayuda internacional para resolver el problema del agua. No se trata de regalos de gobiernos extranjeros sino de créditos que habrá que pagarlos a costa del sacrificio de la mayoría nacional. Así se revela la condición miserable del país que, según el gobierno, es el campeón del crecimiento económico de la región; hasta para dar de beber agua a los bolivianos hay que dependen de la “ayuda” internacional. El indigenista gobernador de La Paz va más lejos y propone la creación de empresas mixtas y convoca a las transnacionales y a los empresarios bolivianos a asociarse con los gobiernos locales para prestar el servicio de agua potable a la población, estas empresas –según el gobernador—serían muy rentables y que garantizarían buenas ganancias a los inversionistas.

Toda esta estructura argumental, tanto del gobierno central como del gobernador paceño ¿en qué se diferencia del neoliberalismo finisecular? En nada, el gobierno supuestamente antiimperialista y estatizador termina exactamente en lo mismo que estaban haciendo sus antecesores neoliberales: por la vía de la descentralización y la creación de nuevos impuestos, cargar todo el peso de los servicios sobre las espaldas de la población; por la vía de la creación de empresas mixtas privatizar los servicios públicos para que se conviertan en jugosos negocios en beneficios de las transnacionales y de la empresa privada nacional angurrienta de ganancias.

¡SI EL GOBIERNO INCAPAZ NO PUEDE ATENDER LAS NECESIDADES BÁSICAS DE LA POBLACIÓN ES PRECISO QUE SE VAYA!
¡YA BÁSTA DE LADRONES Y DEMAGOGOS!
¡LA POBLACIÓN DEBE ORGANIZARSE MOVILIZARSE DE MANERA NACIONAL PARA EXIGIR LA SOLUCIÓN A TODOS SUS PROBLEMAS!
* El autor es secretario ejecutivo del POR.

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