"García Linera es un sofista (que se vale de argumentos falsos) desvergonzado capaz de hacerle decir al mismo Marx ¡Viva el Capitalismo!", ironizó alguna vez el Partido Obrero Revolucionario (POR). El ex presidente Carlos Mesa opina que "la debilidad esencial de García está en su incapacidad de comprender los procesos de agregación histórica...".
En el inicio del primer gobierno del MAS en 2006 el Vicepresidente dijo que impulsaría el “capitalismo andinoamazónico” solo como un mecanismo “temporal y transitorio” para potenciar procesos la autoorganización comunitaria en la perspectiva de la revolución socialista a mediano plazo. Pero cinco años después cambió de parecer y el “proceso de cambio” dio un giro de 180 grados.
Al comenzar el segundo periodo de gobierno del MAS, García Linera confesó que la construcción del socialismo comunitario podría demorar varias décadas o quizás siglos, y tampoco es “segura su victoria porque Bolivia está en el marco de un capitalismo planetario”. De pronto, el socialismo comunitario salió de escena; el capitalismo andinoamazónico se convirtió un objetivo en sí mismo; el “Salto industrial”, es decir la explotación intensiva y la industrialización de recursos naturales, se convirtió en el nuevo norte del “proceso”; y el Estado Plurinacional tuvo que redefinir el concepto del “vivir bien”.
Si bien el Estado Plurinacional “privilegia” a la comunidad indígena campesina como el “sujeto principal de la revolución democrática cultural”, “hoy la economía colectiva pugna con la economía individual (y) el tipo de desarrollo que alcancemos dependerá de la correlación de fuerzas… Nosotros quisiéramos impulsar sobre todo lo comunitario… pero necesitaremos tiempo para aprender a gestionar lo comunitario productivo… y para demostrar en la práctica que lo colectivo es mejor que lo individual”, argumentó García.
Años atrás, en un “curso de sensibilización” sobre la política de Hidrocarburos, dirigido a los trabajadores petroleros, organizado por el gobierno en el Auditorio del Banco Central, una vez más (ya lo hizo antes) el Vicepresidente recurrió nada menos que a Lenin para tratar de justificar la política de “asociación” entre YPFB y las transnacionales petroleras, atacando a los trotskistas porque denunciaron esa política proimperialista.
En la ocasión, el Vice leyó unos párrafos tomados del Tomo 34 de la Obras Completas de Lenin, en los que el revolucionario señala que es posible que el Estado Soviético establezca contratos de inversión con empresas capitalistas para financiar proyectos industriales y de desarrollo y, a la pregunta de si eso es peligroso para el poder soviético, responde que no porque se trata del Estado Obrero que había acabado con los capitalistas y tomado en sus manos el control de la economía, “es un Estado en el que está asegurado el poder de los obreros y de los campesinos pobres ...”, indica Lenin.
"Importante detalle que el sofista sinvergüenza simplemente ignora deliberadamente pese a que lo leyó en voz alta. Esa es la gran diferencia por la cual es imposible comparar el planteamiento de Lenin en el marco de una verdadera revolución socialista que había desplazado del poder a la burguesía y establecido el poder soviético de obreros y campesinos, con la impostura del Estado Plurinacional masista que respeta, fomenta y protege la gran propiedad privada burguesa y la presencia y dominio de las transnacionales sobre los sectores fundamentales de la economía nacional: los hidrocarburos y la minería", sentenció el POR.
A continuación el Vice se refirió a la renta petrolera indicando que bajo el régimen anterior de la capitalización neoliberal, por el incremento del precio del gas en el mercado mundial, la renta petrolera actualmente sería de 1.600 millones de dólares, pero que, gracias a la nacionalización, es de 4.200 millones de dólares. ¿Cuál nacionalización? La renta petrolera de 4.200 millones de dólares es producto del IDH, decretado bajo presión de las masas insurrectas en octubre de 2003, por el viejo Parlamento de los neoliberales después del derrocamiento de Goni Sánchez de Lozada.
Es una conquista de las masas con la que el MAS no estaba de acuerdo. El MAS propuso ir a medias con las empresas (50% para el Estado y 50% para las transnacionales). La posterior “nacionalización” del MAS se redujo simplemente a la compra, a precio de oro, del 2% de las acciones a fin de tener el 51% de las acciones de YPFB corporación, lo que no supone poder económico ni control efectivo del Estado sobre los hidrocarburos. Son las transnacionales las que tienen el poder económico y el control de la producción en función de sus intereses (exportación hasta agotar los pozos). YPFB no tiene capacidad para encarar por sí misma la prospección y desarrollo de nuevos yacimientos, depende enteramente de la inversión de las transnacionales bajo las condiciones que éstas impongan. Esto como una necesidad imperiosa si, como el propio gobierno señala, al ritmo actual de explotación de nuestras reservas probadas, estas se agotarán en escasos 10 años. Si esto ocurriera, inclusive los pocos esfuerzos de YPFB por industrializar el gas, concretamente las plantas separadoras de líquidos y la fábrica de fertilizantes ya no tendrían sentido a largo plazo.
En definitiva, es totalmente falso eso de que el Estado Plurinacional tenga el control de la producción hidrocarburífera y ni qué decir de la producción minera donde las transnacionales saquean libremente los mejores yacimientos (caso San Cristóbal, por ejemplo) controlando el 70% de la producción.
A propósito García Linera se refirió a Huanuni señalando que no tiene sentido una mina nacionalizada que no genere recursos para el Estado, como lo hacen las transnacionales saqueadoras. La política minera del gobierno del MAS es rentista: Entrega de los yacimientos más ricos a las transnacionales a cambio de una renta miserable y otros yacimientos menores a los cooperativistas a cambio de apoyo político. Pretende que las minas estatales, concretamente Huanuni y Colquiri, al igual que las privadas, entreguen una renta al Estado con el esfuerzo y autosacrificio de los trabajadores sin que el Estado, en esta caso COMIBOL, invierta un centavo en su desarrollo y modernización.
García, ¿entiende lo que lee?
García Linera expone su visión de la identidad en su libro Identidad Boliviana Nación, mestizaje y plurinacionalidad, y afirma que el “Estado aparente”, una ficción porque margina la idea totalizadora, se convierte en “Estado verdadero” con la CPE de 2009, que constituye por primera vez lo real, aquello que totaliza, abarca y reconoce a todos. Según su opinión, incluso la revolución de 1952 cayó en la trampa del “habitus colonial” que mantuvo a través de un subterfugio su enlace perverso con un pasado de elites y con un sustrato de construcción oligárquica que disfrazaba en la incorporación democrática de todos, una base racista y discriminadora.
Según el ex presidente Carlos Mesa, esa mirada “total” no puede aceptar como referencia de agregación los procesos anteriores porque eran excluyentes y porque respondían –marxismo dixit- a una imposición negadora. "García, amigo de los adjetivos que acompañan sus debatibles argumentos, toma lo que le conviene y desecha lo que no", observa Mesa.
La debilidad esencial de García, añade Mesa, está en su incapacidad de comprender los procesos de agregación histórica y la insistencia en negar que la construcción identitaria de Bolivia pasa inexcusablemente por el periodo colonial y republicano. No se puede pretender, como de hecho pretende el autor, que los mecanismos que construyeron el mestizaje de la sociedad boliviana desnaturalizaron la esencia de nuestra “conciencia de sí”. Menos todavía presuponer que el reconocimiento pleno de los derechos del otro en su multiplicidad territorial, étnica y cultural, es excluyente de su propia transformación colectiva. La nación aymara, o quechua, o guaraní, son hijas de ese proceso de transformación que llevó adelante el periodo colonial y la República. No es que la lengua o las creencias religiosas, o las tradiciones definan de modo absoluto a un ser humano y su sentido de pertenencia, pero son esenciales a su totalidad como personas. Eso es el mestizaje.
En el último tiempo, García Linera inventó un nuevo término, la “mayoría universal”, para describir la mayoría que obtuvo el MAS en la Asamblea Legislativa Plurinacional, pero siendo rigurosos se puede ver que el término conlleva una contradicción. Si se habla de mayoría, por contundente y apreciable que esta sea, hay que remitirse al concepto de una parte y de que necesariamente existe una minoría, con la que unidos hacen el todo. (http://eju.tv/2009/12/la-mayora-universal-otro-sofisma-del-matemtico/)
Por el contrario, si se habla de “universal” se refiere al todo, a la suma de todas las partes y no solo a los dos tercios puesto que para hacer un todo les falta un tercio y Alvaro como el eximio matemático que dice ser seguramente lo sabe. Cuando García Linera dice “somos mayoría universal”, afirma “somos el todo”. También dice, contra toda evidencia: “somos todo Bolivia y nadie pondrá cortapisas al ejercicio de nuestro poder”.
García Linera, el sofista oficial del régimen, constructor de falacias para la concentración del poder, ya no engaña como antes porque la realidad es demasiado rica y amplia para ser contenida por sus categorías reduccionistas.