La medicina tradicional es parte de la vida cotidiana de la mayoría de los habitantes de la ciudad de La Paz, quienes alguna vez en su vida solicitaron los servicios de kallawayas, yatiris, chifleras, naturistas herbolarios, amawt’as o sabios aymaras, k’amayus y parteras, según un sondeo realizado en octubre de este año por la Delegación Municipal de Fomento a la Interculturalidad (DMFI).
La DMFI realiza encuestas sobre el uso de terapias de salud tradicionales en la ciudad de La Paz desde la gestión 2012. De un total de 312 encuestados en 2012 y 405 en 2013, más del 70% dijo haber recurrido a la medicina tradicional más de una vez, y el 74% quedó satisfecho con los resultados.
Para los paceños no resulta extraño visitar a los curanderos, comprar medicinas a base de minerales, plantas o animales, y beber mates de hierbas. La medicina tradicional también trata diversas enfermedades “culturales” no reconocidas por la biomedicina, como por ejemplo el “susto” –cuando el ajayu o espíritu se pierde– y que afecta sobre todo a los niños.
La cosmovisión andina refiere que es posible lograr una buena salud manteniendo una relación armónica con la naturaleza o la Pachamama. Existen terapeutas tradicionales especializados en diferentes áreas de curación y tratamiento. Los kallawayas, yatiris y amaut’as curan males del “espíritu”; las “chifleras” o “hierberas” proveen los elementos rituales, y las parteras atienden los alumbramientos.
En La Paz también existen lugares ceremoniales vinculados con la medicina tradicional, como las apachetas, donde se celebran rituales desde la época prehispánica. Estas prácticas no han desaparecido y son las poblaciones rurales migrantes las que están contribuyendo a la conservación y reproducción de esos conocimientos.
“En la medicina tradicional está inmersa una sabiduría ancestral como uno de los principales legados de las culturas Tiwanaku e Inca, y en la actualidad forma parte de la salud de los paceños y no paceños”, dice el delegado Municipal para el Fomento de Interculturalidad Marcelo Fernández.
La población urbana respeta estas prácticas, y la mayoría considera que la medicina natural tiene la misma importancia que la biomedicina. Incluso los que nunca hicieron uso de la medicina tradicional están de acuerdo con institucionalizarla, asegura el investigador de la DMFI Edwin Conde Villarreal.
El Gobierno Autónomo Municipal de La Paz adoptó una política de salud intercultural que rescata los saberes milenarios, y se encuentra en proceso de reconocimiento y reconstitución de los saberes médicos indígenas con el fin de erradicar toda práctica que discrimine la sabiduría ancestral.
La DMFI concibe a la salud intercultural a partir de la premisa “cuidarse y cuidar a los demás” (Jark’asiñani yaqhanakarus jark’aqarakiñani), en armonía con los seres vivientes de la Pachamama y el resto del cosmos. También promociona la buena alimentación para prevenir enfermedades y coopera con la biomedicina o medicina científica.
El municipio de La Paz planea abrir un Centro de Información y Prevención de la Medicina Tradicional, donde terapeutas especializados en diversas áreas del conocimiento ancestral orientarán de manera gratuita a la ciudadanía. El centro Qullañ Uta (casa de curación) funcionará en la plaza Alonso de Mendoza, en la antigua zona Churubamba.
La Constitución Política del Estado boliviano también reconoce a la medicina tradicional de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos como parte del sistema de salud público. Es así que próximamente serán acreditados por el Ministerio de Salud y Deportes alrededor de 700 médicos tradicionales de al menos seis especialidades, entre ellos hueseros, naturistas, parteras, nutricionistas, hierberos y yatiris.
La directora de Medicina Tradicional e Intercultural María Rasguido aseguró que muchos médicos indígenas poseen la sabiduría transmitida por sus abuelos, algunos de ellos con más de 20 años de trabajo, y cuando reciban la certificación podrán ejercer en clínicas, centros de salud y hospitales.
El mundo redescubre terapias antiguas
No solo Bolivia está recuperando sus terapias médicas ancestrales. En la India, por ejemplo, existen centenares de hospitales que practican la medicina hindú o ayurvédica, la cual toma de la naturaleza los elementos necesarios para curar enfermedades. El Departamento de Ayurveda, Yoga y Naturopatía, Unani, Siddha y Homeopatía (Ayush) de la India informó que ese país posee más de cinco mil variedades de plantas medicinales, y exporta más de 100 toneladas métricas anuales de 460 mil especies.
De igual forma, el Ministerio de Salud y la Academia de Ciencias Médicas de China están realizando un censo de sus recursos en medicina tradicional que incluyen drogas herbarias y terapias naturales como la acupuntura. Según el último inventario efectuado entre 1983-1987, el gigante asiático cuenta con 12 mil especies de plantas, la mayoría en estado silvestre.
Actualmente funcionarios de salud pública de 14 países asiáticos participan en un programa de entrenamiento en ciencias avanzadas de medicina tradicional, con técnicas terapéuticas integradas a la medicina moderna, haciendo énfasis en acupuntura y masaje chino o tuina, un tratamiento con las manos que incorpora principios del taoísmo. La acupuntura usa agujas para bloquear corrientes nerviosas, mientras que la terapia de la moxibustión emplea la raíz prensada de la planta artemisa.
La Universidad de Pyongsong de la República Popular Democrática de Corea terminó de elaborar recientemente una enciclopedia de acupuntura y moxibustion que describe la distribución de la red nerviosa e identifica 14 regiones claves en el cuerpo humano, entre ellas la piel, nervios vasomotores y músculos.
Por otro lado, se supo recientemente que científicos de la Escuela de Odontología de Harvard probaron la eficacia del extracto de raíz de chang shan, planta endémica de China, en el tratamiento de algunos trastornos autoinmunes. La efectividad del arbusto se atribuye a la halofuginona, un compuesto que inhibe la diferenciación de las células TH17, principales responsables de las enfermedades autoinmunes e inflamatorias, precisó la publicación Nature Chemical Biology.