Masas
Es un grueso error concebir al MAS como un partido homogéneo,
fuertemente cohesionado en torno a un caudillo indiscutible que reemplaza a la
ausencia de un programa político bien estructurado. Es pura apariencia la
percepción que se tiene en sentido de que Evo Morales maneja, desde Buenos
Aires, todos los hilos que le permiten controlar a sus militantes y a las
organizaciones sociales; es apariencia que el caudillo tenga en sus manos el
control total de las maniobras políticas que este partido realiza en el país.
El MAS es un conglomerado heterogéneo donde los sectores y las personas
participan buscando intereses materiales distintos, los aymaras del Occidente,
fuertemente influenciados por el fenómeno de la opresión nacional, utilizando
símbolos como la wiphala y el odio al Estado k’ara; los cocaleros del Trópico
cochabambino interesados en ampliar sus plantaciones y las actividades del
narcotráfico; los que se mantienen en el aparato estatal (parlamento, poder
judicial, gobernaciones, alcandías, etc.), interesados en conservar su estatus
para seguir medrando de las arcas fiscales; algunos sectores urbanos, pequeños
productores o comerciantes, que siguen ilusionados con un supuesto gobierno de
raíz indígena que está más cerca de ellos.
Haciendo una observación más detallada de la estructura social de este
país, probablemente encontremos otros sectores como los interculturales de
Oriente o los ayllus del Norte de Potosí que tienen sus propias
particularidades y que aparecen como sectores radicales en el seno del MAS.
Este partido de impostores, de manera oportunista, a pesar de su franca
definición como defensor de la propiedad privada, de los intereses de la clase
dominante nativa y de las transnacionales imperialistas, se esfuerza por seguir
manteniendo –así sea sólo en plano puramente propagandístico– su pretendido
contenido indigenista y popular para seguir embridando electoralmente a
sectores de la población.
Después de su caída del poder, ya políticamente agotado, el MAS logra
conservar su influencia en sectores populares de fuerte raigambre indígena,
gracias, en parte, a la torpeza con la que la vieja derecha racista ingresa, quemando
símbolos indígenas, con la cruz y la biblia al frente como los conquistadores
hacen 500 años, tocando la llaga de la persistencia de la opresión nacional.
Mantener el control del parlamento y del poder judicial le ha permitido
realizar maniobras para desgastar al débil gobierno ultraderechista buscando potenciarse
electoralmente, pero el mal cálculo político y la incomprensión de sus propias
contradicciones internas lo empuja a realizar maniobras torpes que terminan
chocando con amplios sectores de la población que originalmente fueron sus
bastiones sociales.
Un buen ejemplo de este rosario de desaciertos es su convocatoria a la huelga
general con bloqueo campesino debido a la postergación de las elecciones generales
de septiembre a octubre, chocando con la mayoría de la población prisionera del
terror a la pandemia y sufriendo las consecuencias de la crisis económica. La
convocatoria de los dirigentes de la COB a la huelga general indefinida
movilizada es inmediatamente impugnada por las bases. Fabriles, transportistas,
comerciantes minoristas, mineros de base de Huanuni, el magisterio urbano de
los distritos más grandes y las CODes de Potosí y Chuquisaca, entre otros,
señalan que no acatarán la medida calificada como aventurera y al servicio de
los intereses electoreros del MAS y acusan a los dirigentes de la COB de
haberse convertido en la quinta rueda del masismo.
El bloqueo de caminos impulsado por los sectores radicales del MAS ha
comenzado. Amanecimos con reportes de bloqueos en varias regiones, todos con
promontorios de tierra y pocos bloqueadores.
Los masistas están jugando todas sus cartas en una medida que
inmediatamente choca con amplios sectores de comerciantes, transportistas,
campesinos, pequeños productores, etc., preocupados en resolver sus problemas
de subsistencia y no en elecciones que nada ofrecen.
Parece que la pandilla de Evo Morales intuye el desastre que
sobrevendrá y da señales de retroceder. Evo llama al diálogo, Andrónico Rodríguez
se pronuncia exigiendo solamente que las elecciones se realicen en 2020.
Una nueva retirada desastrosa ahondará la crisis interna del MAS y la
desmoralización en amplios sectores que tenían la seguridad del éxito
electoral, proceso que puede terminar en fracturas internas que difícilmente
podrá controlar el caudillo. El tiempo es su peor enemigo porque se puede
precipitar el conflicto legal que concluya en la privación de su personería
jurídica y el deterioro electoral cada vez más creciente. Sólo en este contexto
se entiende la desesperación por precipitar las elecciones.