Masas extra
La pandilla masista no sólo ha perdido sus posibilidades
electorales, sino que también, ha salido con graves fisuras internas que implosionan
cada vez con más fuerza aunque, probablemente, podrá mantener su aparente cohesión
hasta antes del 18 de octubre. Lo que se puede prever con toda claridad es que,
si el resultado es adverso para la pandilla de Evo Morales, el MAS desaparecerá
como consecuencia de la agudización de sus crisis internas.
Por otra parte, estamos viviendo una etapa de total agotamiento
del Estado burgués, acelerado por los efectos destructivos de la pandemia del COVID
– 19, su
desinstitucionalización es grave porque ha perdido toda coherencia el
funcionamiento de sus poderes fundamentales y que se traduce como un total
desgobierno, ya no constituye garantía para la defensa de los intereses de la
clase dominante. El agotamiento de la política de la derecha en su conjunto, de
la tradicional y del MAS, se traduce en esta calamitosa situación para el orden
social burgués.
De estar políticamente presente el proletariado, como dirección del conjunto de la nación oprimida, habría llegado la hora de la revolución social para estructurar un nuevo Estado de obreros y campesinos basado en la propiedad social de los medios de producción. Lamentablemente la clase revolucionaria no ha logrado superar las consecuencias de su derrota anterior, de la última década del siglo XX, y, durante los últimos 14 años la burocracia sindical ha desarrollado el papel de franco colaboracionismo con el gobierno del MAS que desempeñó una política francamente burguesa, ha arrastrado a la clase detrás de la campaña demagógica de que en Bolivia se abría una nueva era donde los explotados y oprimidos habían tomado el poder y tenían en sus manos la posibilidad de decidir el destino de este país; han llegado al extremo de decir que el gobierno del MAS era la materialización de los postulados de la Tesis de Pulacayo.
Los bolivianos que están preocupados en cómo sobrevivir de los
contagios exponenciales --al momento de escribir la presente nota ya se está
aproximando a los 110 mil y el pico más alto aún no ha llegado--, de la muerte
que se cuenta por miles y en las consecuencias devastadoras de la crisis
económica que ya se traduce como la acentuación del hambre en los sectores más empobrecidos,
saben que las elecciones no son la respuesta a sus necesidades concretas;
intuyen que el gobierno que surja de las próximas elecciones será derechista
que desarrollará la misma política de cargar sobre sus espaldas la crisis
económica para salvar los intereses de la clase dominante y del imperialismo.
Probablemente el volumen de los votos blancos y nulos de los
sectores más politizados crezca considerablemente, la última encuesta publicada
por el periódico “Pagina 7” señala que bordea el 11 % del electorado, casi
igual a los votos de la candidatura oficialista, dato que está mostrando que un
grueso sector no espera nada de la farsa electoral; pero, el grueso de la población
que ha acumulado odio incontenible a los refugiados en Buenos Aires y sus
seguidores en el país, venciendo el terror a la pandemia, acudirá a las urnas
para impedir que vuelvan los abusivos, prepotentes y corruptos; por otra parte,
los habitantes de las comarcas campesinas, fáciles de controlar por los
caciques masistas, también votarán --aún contra su voluntad-- por el binomio azul.
Probablemente en las elecciones polaricen Carlos Mesa y Arce
Catacora, ambos y los otros de categoría menor se lanzarán a una desenfrenada
campaña vacía de programas políticos, de propuestas electorales diferentes porque
no las tienen, en busca de la conquista de un grueso sector de electorado que
dice no saber por quién votará.
Las ideas y los programas son sustituidos por una grotesca guerra
sucia, saltan a primer plano las manifestaciones más primitivas de la
politiquería burguesa. Ahora ya se ventilan las perversiones sexuales de Evo;
los derechistas encaramados en la “Casa Grande del Pueblo” fabrican procesos
penales contra sus oponentes sin dejar de lazar algunas estocadas contra el pusilánime
Carlos Mesa. Por su parte, la verborrea masista no pierde la oportunidad de
levantar el pasado privado de la Añez y de culparle por cosas que ellos no
pudieron hacer durante 14 años.
Para encender la televisión o escuchar radio hay que tener el
hígado blindado para no vomitar por las suciedades que se ventilan.