Guillermo Lora

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octubre 27, 2020

Tendencias contradictorias en el MAS muestran su crisis interna

Antes de la posesión del nuevo gobierno masista que será los primeros días de noviembre, ya empiezan a surgir las contradicciones internas en el MAS, todas ellas en torno a la distribución de cargos en todos los niveles del Estado y en el desplazamiento de unos grupos por otros en la posibilidad de ser asimilados o no a la administración del aparato estatal. Unos y otros se consideran con derecho para gozar de los cargos por sus méritos políticos o por su grado de proximidad a los amos circunstanciales del poder.


Estas contradicciones actúan como fuerzas centrífugas que llevan en sus entrañas la posibilidad de futuras crisis intestinas, primero en las capas de dirigentes burocratizadas, y que después, pueden desembocar en el alejamiento de sectores importantes como ya ocurrió en el pasado, durante los catorce años de gobierno dirigido por Evo Morales, en importantes organizaciones indígenas como son los casos del CONAMAQ en el Occidente y del CIDOB en el Oriente.

Evo Morales tuvo que recurrir a maniobras burocráticas utilizando a elementos serviles para generar una suerte de organizaciones paralelas con la finalidad de seguir manteniendo el control, no importa formal, de esos sectores. Organizaciones paralelas que posteriormente, bajo la sombra del poder político, poco a poco, terminaron anulando y proscribiendo a los dirigentes que legalmente fueron elegidos por sus bases según sus usos y costumbres. Estas prácticas cuasi-estalinistas se repitieron en todos los otros sectores donde surgieron corrientes contestatarias porque el gobierno no toleraba voces disidentes en los movimientos de masas como las organizaciones sociales y sindicales.

La impostura de los dirigentes es inocultable. Son ellos los que desean capturar los cargos, pero lo hacen bajo el argumento de que es el derecho de las organizaciones que dicen representar. Por ejemplo, los dirigentes mineros exigen diez ministerios, la mitad de los ministerios disponibles; los llamados interculturales y los caciques campesinos están exigiendo el 70% de las cuotas de poder porque dicen que ellos han definido el triunfo espectacular de binomio Arce – Choquehuanca, las Bartolinas exigen la creación del ministerio de la mujer porque son ellas las que se consideran con legítimo derecho de conducir ese ministerio, las feministas de los otros sectores exigen el cumplimiento de las leyes que el mismo MAS ha promulgado en el período anterior como eso de la equidad de género en la administración de género, etc., etc.

Por otra parte, los sectores que se sintieron marginados del poder en la gestión masista anterior, han presionado en sentido de que el viejo equipo evista deba ser marginado de la posibilidad de acceder a cargos importantes en el nuevo gobierno, argumentando que la mayoría de esa gente ha contribuido a la separación del programa originario del MAS en la gestión gubernamental, ha contribuido a la corrupción imparable y ha sido conformado por oportunistas k’aras que se han aprovechado del gobierno de los oprimidos, etc.. Arce se ve obligado a anunciar que su gobierno dará oportunidad a los jóvenes y a nuevos líderes sindicales y sociales. Anuncio que ha sido aplaudido por los que se creen los nuevos usufructuarios del poder y ha despertado rencor y malestar en aquellos otros que se consideran los “soldados del proceso de cambio” y que han puesto sus pechos en los momentos más difíciles durante el gobierno anterior y durante la crisis política que ha empezado con las jornadas populares de octubre – noviembre.

La tendencia dominante conduce a que estas contradicciones se profundicen porque el gobierno de Arce se sentirá impotente para satisfacer a todos y mantener así la armonía en su gobierno.

¿Por qué el MAS es un volcán siempre a punto de estallar? ¿Por qué en su seno surgen tantas contradicciones internas por pegas y no en torno a diferencias políticas?

La respuesta es sencilla, el MAS no es un partido programático. Se trata de una montonera de gentes de diferente origen cuyos intereses también son diversos. Se trata de una montonera informe donde se crea el caldo propicio para que las tendencias oportunistas, rastreras y logreras puedan moverse cómodamente. El destino del MAS y de su gobierno, en estas condiciones, es hacerse astillas frente a las adversidades de la lucha de clases.

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