Subió al poder despertando desmesuradas ilusiones en amplísimos
sectores indígenas y mestizos de fuerte raigambre india, que ingenuamente
creyeron que un indio presidente encarnaba la reivindicación de las naciones
originarias sometidas por los sucesores de los colonizadores: la burguesía
blancoide.
Los indigenistas respetuosos del orden burgués (“somos de la cultura
del diálogo”) y los angurrientos izquierdistas pequeño-burgueses, reformistas
adulones que se pegaron a él para, bajo su sombra, abusar del poder y
desarrollar política burguesa, reaccionaria, convencieron a Evo que era una
especie de redentor divino. Evo se acostumbró a tener la última palabra en todo
como un déspota que gobierna con un poder total sin someterse a leyes ni a
limitaciones.
Así cayó, expulsado por multitudinarias movilizaciones de sectores de
la población citadina decepcionados del llamado "proceso de cambio".
Las capas pudientes de la pequeña burguesía (los pititas) acabaron timoneando
la revuelta popular y encumbrando al gobierno de transición de la señora Añez,
expresión racista de la vieja derecha.
Vuelve el MAS al gobierno como reacción ante la presencia en el poder
de la odiada vieja derecha racista. Vuelve Evo al país creyendo que éste lo
recibiría apoteósicamente para consolidarlo como el poder detrás del trono del
presidente Arce Catacora. Pero es un MAS en agonía, una olla de grillos
hambrientos de asaltar los cargos del poder.
La rebelión de sectores de base del MAS contra el entorno
pequeño-burgués de Evo Morales de algún modo expresa la desilusión de los
campesinos y los indígenas en general del MAS y la figura del propio Evo. Pero
el indigenismo de Choquehuanca, en nada se diferencia de la política
proburguesa del gobierno de Evo. Asistimos a la agonía mortal del MAS y su
caudillo en desgracia, Evo Morales.
Ya no sólo le gritan traidor; ahora bases campesinas de su partido le
obligan a escapar disfrazado y sus militantes le lanzan sillas a la cabeza
(esto último en el ampliado del MAS nada menos que en el reducto cocalero de
Shinaota), cuando intenta imponer su voluntad al margen de la decisión de
ellas.
REBELIÓN DENTRO DEL MAS CONTRA EL “DEDAZO”
Ya desde las elecciones generales surgió en el MAS una poderosa
corriente en sentido de impedir que la cúpula evista monopolizara las
candidaturas para la Asamblea Legislativa Plurinacional. La amplia base apuntaba
a evitar que Evo Morales vuelva al país para convertirse en el poder real
detrás de Arce Catacora. Posteriormente, después de la victoria electoral, las
reyertas internas se profundizaron en torno a la captura de cargos principales
y de segundo orden en el aparato estatal. Esta lucha fratricida en el seno del
MAS no se da en torno a diferencias políticas sino por intereses mezquinos de
unos u otros sectores cuyos dirigentes buscan crear costras burocráticas en
torno al nuevo gobierno para monopolizar los cargos del aparato estatal.
Evo Morales, al retornar al país desde el exilio dorado, ha querido
hacerlo de manera apoteósica organizando la “gran caravana” desde la frontera hasta
el Trópico cochabambino, contó con el apoyo del gobierno argentino y se rodeó
de todo un aparato publicitario para amplificar su retorno al país. Sin embargo,
lo que encontró fue la resistencia de los potosinos y la indiferencia del resto
del país al punto de que la caravana se disolvió en su paso por Oruro y Morales
terminó llegando al Chapare en helicóptero para asistir a una concentración fabricada
por el aparato masista y costeada con mucha plata que el común de la gente ya
intuye de dónde viene.
Desde el Chapare ha anunciado oficialmente que él es el presidente del
MAS y que se va a poner a la cabeza de la campaña para las elecciones subnacionales.
Ha señalado que eliminará las asperezas internas de su partido poniendo a raya,
con su indiscutible autoridad política, a los caudillos locales ambiciosos
desesperados de ocupar las gobernaciones y las alcaldías; ha recorrido todo el país
tratando de imponer despóticamente a los candidatos oficiales del MAS, el
“dedazo” se ha puesto a la orden del día generando gran malestar entre los
caudillos locales que se han rebelado engarzando sus acciones oportunistas y
logreras con las necesidades de la amplia base masista por lograr algún acomodo
en los gobiernos departamentales y municipales. Por otra parte, también está el malestar de la
gente impaciente por ver respuestas de parte del nuevo gobierno a su
angustiante situación de miseria y hambre.
Se han producido rebeliones casi en todos los departamentos del país:
en Potosí el candidato Johnny Mamani, puesto por Evo Morales, casi ha sido
linchado por lo masistas en Betanzos; en Cochabamba una movilización cercó el
local donde Morales decidía la candidatura de Humberto Sánchez para la
gobernación y de Nelson Cox para la Alcaldía, la muchedumbre gritaba “muera el
dedazo, queremos renovación”; en Pando, mientras el “pacto de unidad” designa
como candidato para la gobernación al alcalde de Porvenir Regis Germán Richter,
Evo Morales impone despóticamente a Miguel Becerra causando gran indignación en
la gente; en Santa Cruz la rebelión contra la candidatura de Carlos Romero,
conocido miembro del aparato evista, a la gobernación es muy resistida; en
Chuquisaca los enfrentamientos intestinos entre los candidatos masistas es
incontenible; etc.
Estos hechos están mostrando que Evo Morales ya no es el caudillo de
gran volumen político capaz de llenar el vacío de un programa unificador en el
MAS. Su despotismo autoritario, que era común en el pasado, ahora choca
brutalmente contra la sensibilidad de un partido que se corroe internamente en
disputas miserables.
El desgaste político del MAS es evidente. El malestar social ante la
incapacidad del gobierno para resolver los problemas de la crisis económica
hará el papel de catalizador de su progresivo y rápido deterioro político y organizativo.
Las consecuencias de la profunda crisis económica pueden constituirse en la tumba
del gobierno de Arce y del MAS.
El grave problema es que las masas hambrientas no encontrarán el camino
correcto orientado a una salida revolucionaria a la crisis económica en sentido
de enrumbarse hacia la revolución social y a la consolidación de un gobierno de
obreros y campesinos, si el retraso del proletariado para convertirse en la
dirección política de la nación oprimida continúa lo que hasta podría abrir el
camino hacia una salida por el desastre y desembocar por la vía fascista si la situación
social y política se torne insostenible.