Guillermo Lora

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diciembre 16, 2020

Auge, caída y agónico regreso de Evo Morales

La rebelión de sectores de base del MAS contra el entorno pequeño-burgués de Evo Morales de algún modo expresa la desilusión de los campesinos y los indígenas en general del MAS y la figura del propio Evo. Pero el indigenismo de Choquehuanca, en nada se diferencia de la política proburguesa del gobierno de Evo. Asistimos a la agonía mortal del MAS y su caudillo en desgracia, Evo Morales.


Subió al poder despertando desmesuradas ilusiones en amplísimos sectores indígenas y mestizos de fuerte raigambre india, que ingenuamente creyeron que un indio presidente encarnaba la reivindicación de las naciones originarias sometidas por los sucesores de los colonizadores: la burguesía blancoide.

Los indigenistas respetuosos del orden burgués (“somos de la cultura del diálogo”) y los angurrientos izquierdistas pequeño-burgueses, reformistas adulones que se pegaron a él para, bajo su sombra, abusar del poder y desarrollar política burguesa, reaccionaria, convencieron a Evo que era una especie de redentor divino. Evo se acostumbró a tener la última palabra en todo como un déspota que gobierna con un poder total sin someterse a leyes ni a limitaciones.

Así cayó, expulsado por multitudinarias movilizaciones de sectores de la población citadina decepcionados del llamado "proceso de cambio". Las capas pudientes de la pequeña burguesía (los pititas) acabaron timoneando la revuelta popular y encumbrando al gobierno de transición de la señora Añez, expresión racista de la vieja derecha.

Vuelve el MAS al gobierno como reacción ante la presencia en el poder de la odiada vieja derecha racista. Vuelve Evo al país creyendo que éste lo recibiría apoteósicamente para consolidarlo como el poder detrás del trono del presidente Arce Catacora. Pero es un MAS en agonía, una olla de grillos hambrientos de asaltar los cargos del poder.

La rebelión de sectores de base del MAS contra el entorno pequeño-burgués de Evo Morales de algún modo expresa la desilusión de los campesinos y los indígenas en general del MAS y la figura del propio Evo. Pero el indigenismo de Choquehuanca, en nada se diferencia de la política proburguesa del gobierno de Evo. Asistimos a la agonía mortal del MAS y su caudillo en desgracia, Evo Morales.

Ya no sólo le gritan traidor; ahora bases campesinas de su partido le obligan a escapar disfrazado y sus militantes le lanzan sillas a la cabeza (esto último en el ampliado del MAS nada menos que en el reducto cocalero de Shinaota), cuando intenta imponer su voluntad al margen de la decisión de ellas.

REBELIÓN DENTRO DEL MAS CONTRA EL “DEDAZO”

Ya desde las elecciones generales surgió en el MAS una poderosa corriente en sentido de impedir que la cúpula evista monopolizara las candidaturas para la Asamblea Legislativa Plurinacional. La amplia base apuntaba a evitar que Evo Morales vuelva al país para convertirse en el poder real detrás de Arce Catacora. Posteriormente, después de la victoria electoral, las reyertas internas se profundizaron en torno a la captura de cargos principales y de segundo orden en el aparato estatal. Esta lucha fratricida en el seno del MAS no se da en torno a diferencias políticas sino por intereses mezquinos de unos u otros sectores cuyos dirigentes buscan crear costras burocráticas en torno al nuevo gobierno para monopolizar los cargos del aparato estatal.

Evo Morales, al retornar al país desde el exilio dorado, ha querido hacerlo de manera apoteósica organizando la “gran caravana” desde la frontera hasta el Trópico cochabambino, contó con el apoyo del gobierno argentino y se rodeó de todo un aparato publicitario para amplificar su retorno al país. Sin embargo, lo que encontró fue la resistencia de los potosinos y la indiferencia del resto del país al punto de que la caravana se disolvió en su paso por Oruro y Morales terminó llegando al Chapare en helicóptero para asistir a una concentración fabricada por el aparato masista y costeada con mucha plata que el común de la gente ya intuye de dónde viene.

Desde el Chapare ha anunciado oficialmente que él es el presidente del MAS y que se va a poner a la cabeza de la campaña para las elecciones subnacionales. Ha señalado que eliminará las asperezas internas de su partido poniendo a raya, con su indiscutible autoridad política, a los caudillos locales ambiciosos desesperados de ocupar las gobernaciones y las alcaldías; ha recorrido todo el país tratando de imponer despóticamente a los candidatos oficiales del MAS, el “dedazo” se ha puesto a la orden del día generando gran malestar entre los caudillos locales que se han rebelado engarzando sus acciones oportunistas y logreras con las necesidades de la amplia base masista por lograr algún acomodo en los gobiernos departamentales y municipales.  Por otra parte, también está el malestar de la gente impaciente por ver respuestas de parte del nuevo gobierno a su angustiante situación de miseria y hambre.

Se han producido rebeliones casi en todos los departamentos del país: en Potosí el candidato Johnny Mamani, puesto por Evo Morales, casi ha sido linchado por lo masistas en Betanzos; en Cochabamba una movilización cercó el local donde Morales decidía la candidatura de Humberto Sánchez para la gobernación y de Nelson Cox para la Alcaldía, la muchedumbre gritaba “muera el dedazo, queremos renovación”; en Pando, mientras el “pacto de unidad” designa como candidato para la gobernación al alcalde de Porvenir Regis Germán Richter, Evo Morales impone despóticamente a Miguel Becerra causando gran indignación en la gente; en Santa Cruz la rebelión contra la candidatura de Carlos Romero, conocido miembro del aparato evista, a la gobernación es muy resistida; en Chuquisaca los enfrentamientos intestinos entre los candidatos masistas es incontenible; etc.

Estos hechos están mostrando que Evo Morales ya no es el caudillo de gran volumen político capaz de llenar el vacío de un programa unificador en el MAS. Su despotismo autoritario, que era común en el pasado, ahora choca brutalmente contra la sensibilidad de un partido que se corroe internamente en disputas miserables.

El desgaste político del MAS es evidente. El malestar social ante la incapacidad del gobierno para resolver los problemas de la crisis económica hará el papel de catalizador de su progresivo y rápido deterioro político y organizativo. Las consecuencias de la profunda crisis económica pueden constituirse en la tumba del gobierno de Arce y del MAS.

El grave problema es que las masas hambrientas no encontrarán el camino correcto orientado a una salida revolucionaria a la crisis económica en sentido de enrumbarse hacia la revolución social y a la consolidación de un gobierno de obreros y campesinos, si el retraso del proletariado para convertirse en la dirección política de la nación oprimida continúa lo que hasta podría abrir el camino hacia una salida por el desastre y desembocar por la vía fascista si la situación social y política se torne insostenible.

Debate ideológico: POR 10, PCB 0

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