Detrás de las denuncias de imposición a “dedo” de candidatos, detrás de los pedidos de “renovación”, se encuentra una razón de fondo por la cual el Movimiento al Socialismo se encuentra de caída: el fracaso de su proyecto político nacional reformista, falso socialista, que en 2006 despertó ilusiones entre las mayorías oprimidas de liberación de la opresión nacional, de expulsión de las transnacionales que saquean el país, de resolución de sus principales necesidades de pan trabajo educación, de acabar con la corrupción generalizada en todos los gobiernos, etc.
Pero tales promesas no fueron materializadas, el pueblo constata que nada ha cambiado. El país, después de tres períodos presidenciales, sigue teniendo los mismos problemas estructurales que no fueron resueltos. Seguimos arrastrando el atraso precapitalista en el agro, la falta de industrialización en las ciudades, el carácter fundamentalmente extractivista de nuestra economía, la dependencia al imperialismo y sus inversiones extranjeras saqueadoras que hoy dominan nuestra economía, etc.
La
falta de trabajo, los bajos salarios y la inaccesibilidad a los servicios
básicos continúan siendo los principales problemas. Y, definitivamente, los
trabajadores ya no ven al MAS como una opción viable para resolverlos. Las
masas sólo encontraron un discurso demagógico, de falsos profetas, de falsos
revolucionarios, que continuaron con las mismas políticas vendepatrias,
antiobreras y neoliberales que los gobiernos de la vieja derecha tradicional de
décadas pasadas.
Por la misma causa que cae el MAS en Bolivia, pierde el
“delfín” de Correa en las elecciones nacionales ecuatorianas, perdiendo el
apoyo del poderoso movimiento indígena campesino. Viene al pelo lo que dijo
Yaku Pérez, “El correísmo es una tendencia populista que se adorna con un
mensaje antiimperialista, pero se arrodilla ante el imperio chino; predica la
ecología, pero desangra la Pachamama; dice ser socialista y privatiza puertos,
telefónicas, campos petroleros y mineros”.
Igual que los gobiernos del MNR, el MAS termina su ciclo de
vida derechizándose y besando la mano de los empresarios, terratenientes del
Oriente, banqueros y las transnacionales mineras y gasíferas. Quedaron al
desnudo ante los ojos de los explotados como simples politiqueros embarrados de
denuncias de corrupción por doquier. En conclusión, el MAS se hunde por aplicar
una política reformista, socialdemócrata y por lo tanto burguesa y
protransnacional por su contenido de clase, aunque por su forma y su discurso
se disfrace de “izquierdista” y “antiimperialista”.
Se asoma una explosión en el seno del Movimiento al
Socialismo. O bajan a la cúpula masista, incluido su líder histórico, o se
dividen para luchar por su sobrevivencia. El movimiento obrero y popular que ya
ha aplastado a todas las versiones políticas de la derecha tradicional
boliviana, que, dicho sea de paso, está occisa y que todo intento de retorno al
poder se verá frustrado por no tener el apoyo de las masas, está terminando de
vivir su experiencia con estos gobiernos autodenominados “socialistas del siglo
XXI” no solo en Bolivia sino en el continente latinoamericano.
Ecuador, dos candidatos defienden
el orden capitalista
Como se hace en la mayoría de
nuestros países, han utilizado a la Justicia para impugnar la presentación de
Correa y de su Lista, negándole la posibilidad de ser candidato a
vicepresidente. Los medios de comunicación orientados por el imperialismo hacen
campaña abierta por el banquero y difunden toda clase de noticias falsas sobre
su oponente.
Andrés Arauz es el candidato del
correísmo, una corriente que forma parte del fenómeno del nacionalreformismo en
Latinoamérica. Es un movimiento burgués que defiende la gran propiedad privada
de los medios de producción, incluso la propiedad de las multinacionales, bajo
su gobierno no se avanzó contra el neoliberalismo y sus conquistas sino que las
multinacionales avanzaron en el control de sectores vitales de la economía.
Detrás de la etiqueta de
populista o progresista se esconde su programa de defensa del gran capital. Por
eso no pudo haber ningún debate político ni programático en la campaña, porque
ninguno tiene respuesta a los graves problemas económicos, sociales y
sanitarios de Ecuador. No olvidemos que Lenin Moreno, el actual presidente, era
vicepresidente de Correa. No olvidemos que sus legisladores han apoyado muchas
de las leyes que Moreno necesitaba. Esto es lo esencial. Por eso no se podía
votar por Arauz en primera vuelta y tampoco ahora. No hay “mal menor” o elegir
al “menos peor”. Ambos candidatos son representantes del gran capital y
defienden la presencia de las multinacionales saqueando las riquezas.
La clase obrera ha estado ausente
en la campaña electoral, ha estado ausente su programa, su estrategia política
de transformar el país sobre otras bases, expulsado al imperialismo,
recuperando todos los recursos, rompiendo la subordinación al FMI,
nacionalizando la banca y el comercio exterior. La política socialista de la
clase obrera ha estado ausente. Y es necesario explicar que el capitalismo está
agotado, en Ecuador y en todo el mundo. Que sólo la clase obrera y los
oprimidos con su lucha pueden tirar abajo la dictadura del capital e imponer su
propio gobierno, obrero y campesino.
La pandemia ha dejado al desnudo
que su sobrevivencia sólo puede asegurarnos más barbarie. El voto en blanco o
nulo en las elecciones debiera estar respaldado por la convicción de que hay
que terminar de una vez con toda la politiquería burguesa. Los oprimidos
necesitan independizarse políticamente de todas las variantes burguesas. Es
necesario poner en pie un partido revolucionario en Ecuador con esta
estrategia.
Los oprimidos han recorrido un
camino de luchas muy radicalizadas contra las políticas de los gobiernos
(recordamos especialmente el levantamiento del 2019) y tienen una sana
desconfianza en los politiqueros, es un deber de los revolucionarios hacer
consciente ese proceso instintivo, inconsciente, de las masas que buscan
rebelarse y no encuentran a su dirección.
La historia del nacional
reformismo es clara, Evo Morales tuvo que renunciar en 2019 ante una fuerte
rebelión popular que fue creciendo en los últimos años. Que el gobierno fuera
usurpado por Añez no puede ocultar el fracaso del MAS, que no logró que sus
bases lo defendieran. Las actuales luchas en Bolivia muestran una continuidad
con aquella rebelión.
En Brasil, Dilma fue desalojada
sin resistencia mediante un golpe que impuso una dictadura civil y Lula terminó
preso, también sin resistencia. Las violentas contrarreformas que aplicaron en
Brasil no tuvieron respuesta por parte de la CUT y el PT. El PT en el gobierno
puso en el ministerio de economía y en el Banco Central a funcionarios neoliberales,
bajo la pandemia se sometió a los ataques terribles contra las masas.
Ni que hablar de los gobiernos de
la Concertación en Chile que se sometieron a la Constitución de Pinochet y
respetaron toda la estructura económica diseñada por el capital financiero.
Alberto Fernández en Argentina reconoce la deuda externa fraudulenta y negocia
pagarla y adapta su plan económico a ese objetivo antinacional. Ninguna
privatización o reforma neoliberal es revertida.
Chávez fue más lejos, pero sus
nacionalizaciones fueron pagadas, dilapidando el ahorro nacional, y fueron
parciales, lo que sumado al bloqueo imperialista transformó la economía en un
caos. (Su sucesor, Maduro, ahora abre la puerta para privatizar el petróleo
NR.)
No hay cómo defender las políticas
de estas corrientes que pretenden ser socias y colaborar con las
multinacionales. No hay forma de desarrollar las fuerzas productivas bajo el
régimen de la gran propiedad privada de los medios de producción. Las
corrientes de izquierda que se reclaman antiimperialistas, defensoras de los
oprimidos, no tienen cómo defender su voto por el correísmo. Los gobiernos
nacional-reformistas generan amplias simpatías en un sector importante de las
masas que debemos comprender para mejor poder desenmascarar su real contenido
de clase, pronosticar su derrotero, y mostrar cómo sus ataduras con la gran
propiedad privada capitalista determinan su programa político en última
instancia. Nuestra tarea es acompañar ese proceso, para politizarlo, para
explicar pacientemente.
A la clase obrera le queda plantear su propia alternativa de
poder. Su respuesta clasista y revolucionaria al conjunto de la nación
oprimida, que permita resolver el hambre la miseria y el atraso económico de
nuestros países, y proyecte a nuestras economías a su liberación frente a la
tiranía de las transnacionales y siente las bases para el desarrollo integral
de las fuerzas productivas. Hacia una verdadera revolución social que encumbre
al poder a obreros, campesinos y clases medias empobrecidas, y no imposturas
como los falsos revolucionarios evistas, correístas, kichnerístas, chavistas,
lulistas, etc.
* Tomado de Masas Bolivia N. 2646 y Masas Argentina N. 390.