Guillermo Lora

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abril 13, 2021

¿Qué pasó con el MAS? Causas de su hundimiento político (*)

La victoria electoral de Eva Copa y Santos Quispe en una de las plazas más importantes para el MAS, El Alto y las 20 provincias paceñas, es sin lugar a dudas, una franca rebelión del pueblo contra la cúpula masista, contra Evo Morales y su entorno de intelectuales oportunistas y dirigentes vivillos que han usurpado el poder por más de una década. El movimiento obrero y popular se aleja de los “socialistas del siglo XXI”, no solo en Bolivia sino en el continente latinoamericano.

Detrás de las denuncias de imposición a “dedo” de candidatos, detrás de los pedidos de “renovación”, se encuentra una razón de fondo por la cual el Movimiento al Socialismo se encuentra de caída: el fracaso de su proyecto político nacional reformista, falso socialista, que en 2006 despertó ilusiones entre las mayorías oprimidas de liberación de la opresión nacional, de expulsión de las transnacionales que saquean el país, de resolución de sus principales necesidades de pan trabajo educación, de acabar con la corrupción generalizada en todos los gobiernos, etc.

Pero tales promesas no fueron materializadas, el pueblo constata que nada ha cambiado. El país, después de tres períodos presidenciales, sigue teniendo los mismos problemas estructurales que no fueron resueltos. Seguimos arrastrando el atraso precapitalista en el agro, la falta de industrialización en las ciudades, el carácter fundamentalmente extractivista de nuestra economía, la dependencia al imperialismo y sus inversiones extranjeras saqueadoras que hoy dominan nuestra economía, etc. 

La falta de trabajo, los bajos salarios y la inaccesibilidad a los servicios básicos continúan siendo los principales problemas. Y, definitivamente, los trabajadores ya no ven al MAS como una opción viable para resolverlos. Las masas sólo encontraron un discurso demagógico, de falsos profetas, de falsos revolucionarios, que continuaron con las mismas políticas vendepatrias, antiobreras y neoliberales que los gobiernos de la vieja derecha tradicional de décadas pasadas.

Por la misma causa que cae el MAS en Bolivia, pierde el “delfín” de Correa en las elecciones nacionales ecuatorianas, perdiendo el apoyo del poderoso movimiento indígena campesino. Viene al pelo lo que dijo Yaku Pérez, “El correísmo es una tendencia populista que se adorna con un mensaje antiimperialista, pero se arrodilla ante el imperio chino; predica la ecología, pero desangra la Pachamama; dice ser socialista y privatiza puertos, telefónicas, campos petroleros y mineros”.

Igual que los gobiernos del MNR, el MAS termina su ciclo de vida derechizándose y besando la mano de los empresarios, terratenientes del Oriente, banqueros y las transnacionales mineras y gasíferas. Quedaron al desnudo ante los ojos de los explotados como simples politiqueros embarrados de denuncias de corrupción por doquier. En conclusión, el MAS se hunde por aplicar una política reformista, socialdemócrata y por lo tanto burguesa y protransnacional por su contenido de clase, aunque por su forma y su discurso se disfrace de “izquierdista” y “antiimperialista”.

Se asoma una explosión en el seno del Movimiento al Socialismo. O bajan a la cúpula masista, incluido su líder histórico, o se dividen para luchar por su sobrevivencia. El movimiento obrero y popular que ya ha aplastado a todas las versiones políticas de la derecha tradicional boliviana, que, dicho sea de paso, está occisa y que todo intento de retorno al poder se verá frustrado por no tener el apoyo de las masas, está terminando de vivir su experiencia con estos gobiernos autodenominados “socialistas del siglo XXI” no solo en Bolivia sino en el continente latinoamericano.

Ecuador, dos candidatos defienden el orden capitalista

En febrero se realizó la primera vuelta electoral en la que triunfó el candidato Andrés Arauz respaldado por el expresidente Rafael Correa con el 32,72%, saliendo segundo el banquero Guillermo Lasso con 19,74%. La votación en blanco y los votos anulados sumaron casi el 13%. No cabe ninguna duda que Lasso (que se ha impuesto en la segunda vuelta concentrando todo el voto opositor a correísmo N.R.) es la expresión directa del capital financiero, de las multinacionales, respaldado abiertamente por el imperialismo.

Como se hace en la mayoría de nuestros países, han utilizado a la Justicia para impugnar la presentación de Correa y de su Lista, negándole la posibilidad de ser candidato a vicepresidente. Los medios de comunicación orientados por el imperialismo hacen campaña abierta por el banquero y difunden toda clase de noticias falsas sobre su oponente.

Andrés Arauz es el candidato del correísmo, una corriente que forma parte del fenómeno del nacionalreformismo en Latinoamérica. Es un movimiento burgués que defiende la gran propiedad privada de los medios de producción, incluso la propiedad de las multinacionales, bajo su gobierno no se avanzó contra el neoliberalismo y sus conquistas sino que las multinacionales avanzaron en el control de sectores vitales de la economía.

Detrás de la etiqueta de populista o progresista se esconde su programa de defensa del gran capital. Por eso no pudo haber ningún debate político ni programático en la campaña, porque ninguno tiene respuesta a los graves problemas económicos, sociales y sanitarios de Ecuador. No olvidemos que Lenin Moreno, el actual presidente, era vicepresidente de Correa. No olvidemos que sus legisladores han apoyado muchas de las leyes que Moreno necesitaba. Esto es lo esencial. Por eso no se podía votar por Arauz en primera vuelta y tampoco ahora. No hay “mal menor” o elegir al “menos peor”. Ambos candidatos son representantes del gran capital y defienden la presencia de las multinacionales saqueando las riquezas.

La clase obrera ha estado ausente en la campaña electoral, ha estado ausente su programa, su estrategia política de transformar el país sobre otras bases, expulsado al imperialismo, recuperando todos los recursos, rompiendo la subordinación al FMI, nacionalizando la banca y el comercio exterior. La política socialista de la clase obrera ha estado ausente. Y es necesario explicar que el capitalismo está agotado, en Ecuador y en todo el mundo. Que sólo la clase obrera y los oprimidos con su lucha pueden tirar abajo la dictadura del capital e imponer su propio gobierno, obrero y campesino.

La pandemia ha dejado al desnudo que su sobrevivencia sólo puede asegurarnos más barbarie. El voto en blanco o nulo en las elecciones debiera estar respaldado por la convicción de que hay que terminar de una vez con toda la politiquería burguesa. Los oprimidos necesitan independizarse políticamente de todas las variantes burguesas. Es necesario poner en pie un partido revolucionario en Ecuador con esta estrategia.

Los oprimidos han recorrido un camino de luchas muy radicalizadas contra las políticas de los gobiernos (recordamos especialmente el levantamiento del 2019) y tienen una sana desconfianza en los politiqueros, es un deber de los revolucionarios hacer consciente ese proceso instintivo, inconsciente, de las masas que buscan rebelarse y no encuentran a su dirección.

La historia del nacional reformismo es clara, Evo Morales tuvo que renunciar en 2019 ante una fuerte rebelión popular que fue creciendo en los últimos años. Que el gobierno fuera usurpado por Añez no puede ocultar el fracaso del MAS, que no logró que sus bases lo defendieran. Las actuales luchas en Bolivia muestran una continuidad con aquella rebelión.

En Brasil, Dilma fue desalojada sin resistencia mediante un golpe que impuso una dictadura civil y Lula terminó preso, también sin resistencia. Las violentas contrarreformas que aplicaron en Brasil no tuvieron respuesta por parte de la CUT y el PT. El PT en el gobierno puso en el ministerio de economía y en el Banco Central a funcionarios neoliberales, bajo la pandemia se sometió a los ataques terribles contra las masas.

Ni que hablar de los gobiernos de la Concertación en Chile que se sometieron a la Constitución de Pinochet y respetaron toda la estructura económica diseñada por el capital financiero. Alberto Fernández en Argentina reconoce la deuda externa fraudulenta y negocia pagarla y adapta su plan económico a ese objetivo antinacional. Ninguna privatización o reforma neoliberal es revertida.

Chávez fue más lejos, pero sus nacionalizaciones fueron pagadas, dilapidando el ahorro nacional, y fueron parciales, lo que sumado al bloqueo imperialista transformó la economía en un caos. (Su sucesor, Maduro, ahora abre la puerta para privatizar el petróleo NR.)

No hay cómo defender las políticas de estas corrientes que pretenden ser socias y colaborar con las multinacionales. No hay forma de desarrollar las fuerzas productivas bajo el régimen de la gran propiedad privada de los medios de producción. Las corrientes de izquierda que se reclaman antiimperialistas, defensoras de los oprimidos, no tienen cómo defender su voto por el correísmo. Los gobiernos nacional-reformistas generan amplias simpatías en un sector importante de las masas que debemos comprender para mejor poder desenmascarar su real contenido de clase, pronosticar su derrotero, y mostrar cómo sus ataduras con la gran propiedad privada capitalista determinan su programa político en última instancia. Nuestra tarea es acompañar ese proceso, para politizarlo, para explicar pacientemente.

A la clase obrera le queda plantear su propia alternativa de poder. Su respuesta clasista y revolucionaria al conjunto de la nación oprimida, que permita resolver el hambre la miseria y el atraso económico de nuestros países, y proyecte a nuestras economías a su liberación frente a la tiranía de las transnacionales y siente las bases para el desarrollo integral de las fuerzas productivas. Hacia una verdadera revolución social que encumbre al poder a obreros, campesinos y clases medias empobrecidas, y no imposturas como los falsos revolucionarios evistas, correístas, kichnerístas, chavistas, lulistas, etc.

* Tomado de Masas Bolivia N. 2646 y Masas Argentina N. 390.

Debate ideológico: POR 10, PCB 0

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