El 3 de junio, el Movimiento al Socialismo realizará su congreso “estatutario” y todas las fichas han sido cuidadosamente acomodadas para dar el “jaque mate” definitivo a las tendencias “renovadoras”, críticas al liderazgo de Evo Morales y su entorno. Los disidentes reclaman su “derecho”, como “fundadores del instrumento político”, a acceder a cargos de gobierno; se sienten discriminados por el entorno blancoide del jefe.
En la lucha interna, Evo y sus compinches retomarán el control total del “instrumento político” endureciendo sus estatutos orgánicos para impedir la rebelión interna y que se castigue ejemplarmente cualquier acto futuro de “indisciplina”. Nada de esto sorprende; por el contrario, el derrotero del MAS, el rumbo de su evolución, los rasgos de su decadencia y de su inminente caída, se preveía venir.
El POR, antes de que Evo Morales jure a la presidencia en 2006, predijo
que el MAS terminaría postrado de rodillas ante las transnacionales, la
oligarquía terrateniente del oriente y el empresariado boliviano y hundido en
el charco de la corrupción burguesa por asumir, desde un inicio, una política
de respeto de la gran propiedad privada, y por lo tanto una política
proburguesa.
El MAS nace como un movimiento fundamentalmente indígena-campesino, de
pequeños propietarios, particularidad clasista que lo condiciona a no asumir
una política propia e independiente frente a la lucha de intereses de las dos
clases polares de la sociedad capitalista: burguesía y el proletariado. Por
ello, históricamente, ha actuado de manera pendular, oscilando de un extremo al
otro. La defensa de su pequeña propiedad define su política a desarrollar como
movimiento, sus alianzas, sus limitaciones y sus perspectivas. Por eso también
fue rápidamente invadido por los ONGeros izquierdistas pequeñoburgueses,
reformistas posmodernos que constituyen el actual entorno evista.
El MAS, al momento de asumir las riendas del gobierno, entra en
relación directa con los intereses de la gran propiedad privada sobre los
medios de producción: los negocios y actividades de la burguesía transnacional
y de la burguesía boliviana. Como administrador del Estado burgués, su gobierno
terminó priorizando y beneficiando los intereses de la clase dominante y las
transnacionales. El discurso masista de convivencia “pacífica”, “armónica” y en
similares condiciones entre los diferentes tipos de propiedad terminó en el
fiasco. La gran propiedad burguesa acabó subordinando al gobierno, lo puso a su
servicio. El “instrumento político” experimentó un proceso de derechización;
día que pasaba, Evo Morales estaba más comprometido con los grandes potentados
privados.
El nuevo gobierno masista de Arce Catacora, en escasos seis meses de
gobierno, demuestra que toma las mismas políticas que su antecesor. Arce,
demagogo como siempre, ha enviado al parlamento un proyecto de Ley IVA por
servicios digitales aplicado a “las transnacionales” del comercio digital. Este
impuesto afecta al comercio digital, es decir a los servicios de empresas
informáticas transnacionales que cobran al usuario como NEFLIX (películas),
SPOTIFY (música), venta de libros, etc. que naturalmente recargarían el
impuesto al consumidor.
Inmediatamente se han puesto en tensión sectores de la clase media
denunciando que, de aprobarse y promulgarse esa ley, afectará duramente no sólo
a los usuarios individuales sino también a la educación en todos sus niveles.
El gobierno, frente a la inesperada reacción popular contra la mencionada ley,
congela su tratamiento en el parlamento por tiempo indeterminado.
Posteriormente, la prueba para reponer el servicio de transporte masivo
de carga del ferrocarril Arica-La Paz de ENFE ha provocado la inmediata
reacción de los camioneros del transporte pesado con un contundente bloqueo de
carreteras, y el gobierno tuvo que dar un paso atrás dejándolo en suspenso,
para contentar a los transportistas rebeldes.
También la libre exportación de carne otorgada por el gobierno de Añez
a los empresarios privados que trabajan en el rubro de la ganadería provocó la
reacción de los matarifes y comercializadores de carne ante la subida del
precio del kilo gancho y vivo en el mercado interno, quienes amenazaron con
declarar huelga general indefinida hasta que el gobierno regule la provisión
primero al mercado interno y sólo entonces autorizar la exportación. El
gobierno nuevamente cede a la presión de los movilizados, restableciendo el
control de la exportación de carne para pesar de sus aliados ganaderos.
Estos tres ejemplos prueban que Arce Catacora hace concesiones a todos
los sectores que se movilizan porque teme la generalización de los conflictos
sociales que, llegado el momento, muy difícilmente podría controlar. Sabe de su
incapacidad para atender las necesidades más elementales de los sectores y que
Bolivia se asemeja a un polvorín a punto de explosionar. Se mira en el espejo
de Colombia donde las masas convulsionadas no retroceden pese al anuncio de
anular los impuestos leoninos y persisten en las calles buscando acabar con el
gobierno derechista de Duque.
La crisis económica evidencia el total agotamiento del sistema social
capitalista donde los gobiernos, tanto reformistas como los francamente
derechistas, se encuentran amarrados de pies y manos para poder desarrollar
libremente una política al servicio de las burguesías nativas y del
imperialismo, precisamente por la presencia amenazadora de las masas
hambrientas.
En Bolivia vivimos una etapa en la que el gobierno no puede encontrar
una salida para poder imponer las medidas fatalmente antipopulares que requiere
para reactivar la economía, descargando la crisis sobre las espaldas de los
explotados. No tiene una base social dónde apoyarse, el control burocrático de
las organizaciones sindicales y sociales ya no es garantía ante el creciente
malestar de las bases.
Es extremadamente débil, no cuenta ni siquiera con la fidelidad de los
aparatos represivos del Estado, razón por la que se está discutiendo en el
parlamento una ley mordaza contra los policías penalizando duramente cualquier
posibilidad de futuros motines.
El MAS–IPSP, hundido en la corrupción y convertido en “instrumento político” de la burguesía y el imperialismo, se resquebraja internamente. Existe una profunda decepción en los sectores sociales y campesinos que sinceramente creyeron en que un indígena en el gobierno era la respuesta a la explotación, opresión y discriminación de que son objeto por parte de la burguesía blancoide; por eso la agonía política del MAS-IPSP.
La nueva rosca
El gobierno de Arce no es más que la careta, el títere del verdadero
poder que se encuentra tras bambalinas: la misma rosca a la cabeza del “jefazo”.
Éstos controlan todo el aparato económico del gobierno, el aparato político, el
cuerpo diplomático, etc. En realidad, manejan todo el gobierno.
La crisis interna del MAS-IPSP pretende ser resuelta por la cúpula
masista en su congreso del próximo 3 de junio por la vía de la purga de los
disidentes que cuestionan al entorno blancoide de Evo Morales (indirectamente
al propio Evo). Como se ve, no es un problema de principios políticos sino de
pura ambición de poder entre evistas y “renovadores”.
En el próximo congreso masista la fracción más reaccionaria,
proburguesa y vendepatria se impondrá, e implementará una dictadura secante
frente al resto. Apoyado en el poder estatal, lo que le da a esta rosca ventaja
inmensurable frente a su oposición interna.
En el futuro inmediato, los caminos marchan en sentido contrario entre
la dirección masista y el pueblo boliviano. La orientación derechista de la
rosca “evista” a la cabeza del gobierno actual chocará con las movilizaciones
de los sectores sociales que por sus necesidades concretas y la agudización de
la crisis económica ocuparan las calles.
Definitivamente, el MAS ya no representa a las mayorías de este país,
sino sólo a un puñado de oportunistas y vividores de los dineros del Estado. Lo
que corresponde es que los obreros y demás explotados bolivianos superen
políticamente esta fallida experiencia impostora, que de “socialismo” tiene lo
que un elefante de plumas, y retornen a su historia, a su tradición y a su
ideología revolucionaria, a los lineamientos centrales de la Tesis de Pulacayo
(1946), del IV Congreso Socialista de la COB (1970), e inicien la lucha por
recuperar la COB, la FSTMB y la CSTFB, etc. hoy en manos de la burocracia
sindical masista.