La crisis interna es más profunda de lo que habíamos imaginado. Dijimos que la dirección del MAS encabezada por Evo Morales procedería a la purga de los opositores internos en el congreso orgánico que debía haberse realizado el pasado 3 de junio, cómo lo había anunciado el propio Evo Morales. Pero, sorpresivamente, el congreso ha sido suspendido y postergado hasta diciembre.
El agotamiento político del MAS es un fenómeno imparable y sin retorno, es parte del agotamiento del reformismo, del estalinismo y del conjunto de los movimientos reformistas de contenido burgués.
La fortaleza política del masimo se asentó en la ingenua idea de las
masas políticamente atrasadas en sentido de que un indígena campesino en el
poder era sinónimo de gobierno al servicio de las grandes mayorías oprimidas,
en nuestro país marcadamente indígenas, después de más de quinientos años de
opresión nacional por parte de la burguesía que es blancoide y racista.
No necesitó el MAS dotarse de un programa partidista, en él confluyeron
una mezcla de distintas corrientes; las indigenistas, el estalinismo y la
“izquierda” reformista pequeño-burguesa. Pero dejó bien sentado desde el
comienzo que es respetuoso de todas las formas de propiedad: la grande, la mediana,
la pequeña, la estatal, la comunal, la cooperativista. Es decir, que al ser
respetuoso de la gran propiedad burguesa estaba condenado a desarrollar
política burguesa como efectivamente ha ocurrido como predijo el P.O.R.
La “izquierda” reformista rápidamente tomó el control del gobierno de
Evo Morales, desplazando al indigenismo reduciéndolo al jugar el papel de
adorno simbólico del gobierno y nada más.
Las masas ilusionadas en el MAS y en la figura de Evo Morales han
constatado después de más de una década de gobierno del caudillo convertido en
un déspota endiosado por su entorno de aduladores, que el MAS gobernó para la
burguesía y las transnacionales, dando al traste con las ilusiones de los
explotados y oprimidos que idealizaron un Evo revolucionario.
En esa medida, el MAS se ha agotado políticamente y su destino es
acabar desintegrándose organizativamente. Proceso que no sabemos cuánto durará
pero seguro que ya es irreversible.
La desilusión de las masas en el MAS es la base de su crisis interna.
Amplios sectores indígenas radicales no sólo que se han rebelado contra la
dirección del MAS y específicamente contra el entorno de Evo Morales, sino que
se han separado de él votando masivamente contra los candidatos nominados a
dedo por él en las elecciones subnacionales.
La crisis interna es más profunda de lo que habíamos imaginado. Dijimos
que la dirección del MAS encabezada por Evo Morales, procedería a la purga de
los opositores internos en el congreso orgánico que debía haberse realizado el pasado
3 de junio, cómo lo había anunciado el propio Evo Morales. Pero,
sorpresivamente el congreso ha sido suspendido y postergado hasta diciembre.
El pretexto: la pandemia. Pero está claro que el problema es que el
resquebrajamiento interno dentro del MAS es más profundo de lo que parecía, al
punto que Evo y su entorno han tenido que suspender su congreso.
Por una parte, están las corrientes llamadas “renovadoras” que
abiertamente plantean el cambio de la dirección evista reclamando que se de
paso a viejos militantes que nunca fueron tomados en cuenta en la distribución
de los cargos de gobierno. En este caso se trata de una lucha mezquina por los
cargos públicos. Por otra parte, existe otra fuerte corriente opositora
reivindicativa de la presencia indígena al interior del gobierno, relegada por
evismo y su entorno k’ara. Esta corriente se aglutina alrededor del
Vicepresidente David Choquehuanca con su planteamiento abiertamente
colaboracionista con la vieja derecha, es decir, con la burguesía; igual que
Evo Morales y su entorno.
Estertores de la agonía masista
El camaleón (cambia de color según la ocasión) vocero presidencial
Richter sale al público anunciando que nos gobierna un “triunvirato” de
Morales, Choquehuanca y Arce, dividido en “tres partes iguales, 33.33% cada
uno”. Superficial opinión que no refleja lo que realmente acontece dentro del MAS,
que dicho sea de paso, no es una tasa de leche, no es un movimiento unitario,
se parece más a un volcán próximo a explosionar. Son tan grandes los conflictos
internos que el sector “oficialista” que maneja la dirección del partido
posterga el congreso, para evitar un espectáculo mayúsculo de división y hasta
la misma escisión del Movimiento al Socialismo.
Existen dos corrientes en pugna al interior del Movimiento al
Socialismo. De inicio, Arce Catacora no encabeza ninguna corriente
independiente a las dos fundamentales, es parte del entorno de confianza de Evo
Morales y por lo tanto sus actos dependen de la voluntad del “jefazo”.
La tendencia más fuerte es la “evista” compuesta no solamente de
dirigentes sociales, sino de militancia de la nueva burguesía azulada y
funcionarios enriquecidos. Fueron los que aprovecharon y saborearon las mieles
del poder en los 14 años de gobierno masista, los que mantienen el control de
los cargos más importantes del actual gobierno de Arce Catacora, y los que
tienen el control del aparato partidario y la propiedad de la sigla. Esta
corriente declara a los cuatro vientos ser el brazo “duro” y “radical” de
supuestas posiciones de “izquierda” al interior del M.A.S.; impostura para
encubrir su contenido político: movimiento proburgués, fiel defensor de los
intereses de las transnacionales, los agroindustriales y del empresariado
nacional, como lo demostraron sus gobiernos y las políticas que imprimieron
para favorecer a los dueños del capital. Stalinistas, maoístas, guevaristas,
conversos al “socialismo del XXI” que ahora trabajan por construir en Bolivia
un “capitalismo andino amazónico”. Tendencia a la cabeza del aparato estatal
por más de una década, fracaso histórico del proyecto populista nacional
reformista burgués.
La “choquehuanquista” es la otra corriente importante. Compuesta por dirigentes campesinos y representantes de sectores de pequeños propietarios fundamentalmente, que en los 14 años de gobierno, fueron arrinconados y disminuidos en los espacios de poder. Ahora son artífices de los actos de rebelión e insubordinación ante la dirección masista “oficialista” y el entorno de ex ministros “jailones”. Con los sucesos políticos de noviembre del 2019, esta tendencia cobra cuerpo y llega a ocupar cargos importantes y hoy en día, pulsea el poder a Evo Morales, buscando a través del congreso orgánico, tomar el control del partido y del gobierno mismo.
Esta corriente expresa
públicamente posiciones “concertadoras”, que pretende equilibrar el vuelo del
cóndor con la “convivencia armónica y pacífica” de sus “ala derecha” y “ala
izquierda”. Pero también cobija a la tendencia de rebelión de los sectores
aymaras de occidente que luchan por la liberación nacional de las naciones
oprimidas. Políticamente expresan posiciones indigenistas e indianistas, que
históricamente han demostrado no cuestionar la vigencia de la gran propiedad
privada burguesa nacional e internacional, fuente última donde se asienta la
opresión imperialista y criolla de la clase dominante.
Ambas corrientes son parte del mismo fenómeno que ya está en su fase de
declinación política cerrando su ciclo de existencia. El MAS ya no arrastra a
las grandes mayorías como lo hacía Evo Morales el 2006. De esta pugna interna
no nacerá nada nuevo, no es más que una pugna miserable por espacios de poder
que terminará destruyéndolos.
El MAS es considerado el “brazo político-ideológico de los movimientos
sociales”, los militantes de las dos principales tendencias dirigen y controlan
gran parte de las organizaciones de masas. Pero, las organizaciones sociales en
sí mismas son otra cosa. Según sus estatutos, no son parte de la estructura orgánica
del MAS, no están afiliadas como instituciones.
Políticamente el MAS ya no puede ofrecer ninguna perspectiva que
pudiera considerarse revolucionaria. Su condición de instrumento de la
burguesía y el imperialismo es definitiva y su muerte sólo es cuestión de
tiempo.
La verdadera rebelión contra el MAS vendrá de estas organizaciones que
concentran a las masas que, superando el fracaso histórico del reformismo
proburgués del masismo, abrirá el horizonte político al fortalecimiento de la
ideología revolucionaria del proletariado.