¿Qué hay que investigar? El protagonista principal de los hechos de noviembre de 2019 fueron esas masas preponderantemente pequeñoburguesas citadinas, asqueadas con la corrupción y las arbitrariedades del gobierno de Evo Morales, que ganaron las calles haciendo que el gobierno se desmorone como un castillo de naipes al primer soplido.
En la conciencia de la mayoría estaba que el desprestigiado gobierno
sólo podía ganar si hacía fraude, cosa que efectivamente ocurrió y fue la gota
que colmó el vaso de la tolerancia de la gente a la desfachatez masista y
permitió que la vieja derecha fascistizante y racista se encarame en el poder.
Lo que vino después sólo muestra a los supuestos golpistas desesperados por
encontrar una salida a la situación creada por esta rebelión citadina, que
además puso en evidencia la debilidad del gobierno que, pese a sus llamados
para sentar la mano a las pititas, no encontró eco y a un Evo y un Linera
huyendo desesperados por salvar el pellejo.
Todos los días están buscando mejorar sus miserables ingresos para
sobrevivir en condiciones lamentables; los trabajadores asalariados están
frente al permanente peligro de perder sus fuentes de trabajo y ven mermar sus
sueldos y salarios, están frente a la amenaza permanente del recorte de sus
beneficios sociales y de sus conquistas logradas en largos años de lucha; los
diferentes sectores de la clase media sienten cada día más inseguridad y no
encuentran los medios necesarios para desarrollar sus actividades en
condiciones normales, etc. En este complejo contexto económico y social ¿qué
importancia puede tener para la gente desesperada que los payasos de un circo
de mala calidad se destripen las entrañas entre ellos?
El derrocado gobierno de Evo Morales no pudo comprender que no bastaba
engordar a los altos mandos creyendo que estos, con el despótico sable en la
mano, podían imponer una rígida disciplina al grito de “patria o muerte” en los
sectores más amplios de estas instituciones armadas, igualmente hambrientos,
como el resto de la población.
El POR, en este proceso, cumplió su papel elemental de evitar que las
masas terminen atrapadas por ambas facciones de la politiquería burguesa; de
mostrarles el verdadero camino que aproxime a los actores a la revolución
social. Desde el bloque de los comités cívicos del sur, desde la caravana
chuquisaqueña hacia La Paz, desde el cabildo nacional realizado en La Paz,
etc., lanzó la consigna de la independencia política de los explotados y
oprimidos, diferenciándose de la derecha masista y de la ultraderecha
tradicional y racista. Su posición se expresó con claridad en la consigna “ni
el MAS, ni Mesa, ni el facho Camacho”. Cumplió su papel revolucionario que los
canallas centristas que se sumaron a la teoría del golpe falsifican la posición
consecuente del POR boliviano.
En los últimos días, las declaraciones indagatorias del ex comandante
de la FAB, General Terceros, ha hecho tambaleas los frágiles argumentos
masistas de la teoría del golpe. Ha puesto en evidencia que Evo Morales, García
Linera y su entorno prepararon las condiciones para que miles de campesinos,
siguiendo sus instrucciones, quemen la ciudad de La Paz y provoquen un baño de
sangre en el valle cochabambino si el Alto Mando del Ejército no autorizaba la
salida de los derrocados hacia México.
Inmediatamente después, en complicidad del presidente Fernández de Argentina,
sacan de la manga una carta donde Terceros aparece agradeciendo al ex embajador
argentino en Bolivia por la donación y envió de material bélico y agentes
químicos antidisturbios a Bolivia. Han pasado apenas unas horas para demostrar
que dicho documento es falso, poniendo al canciller Mayta y al gobierno
boliviano en una situación mucho más engorrosa.