Golpeado por las derrotas sufridas por las movilizaciones de importantes sectores populares como los cocaleros de los Yungas, los gremiales y transportistas que se sintieron amenazados por la ley de “lucha contra la legitimización de ganancias ilícitas y el terrorismo”, como fiera herida, el gobierno ha montado, con los recursos y medios que el poder le da, una impresionante marcha hacia La Paz para mostrar fuerza. ¡Cuánto habrá costado movilizar a semejante cantidad de gente desde los rincones más recónditos del país!
Lo que el gobierno pretende ocultar, o se niega admitir, es que tuvo que enfrentar la resistencia de sectores sociales a sus medidas y decretos calificados de malditos, y fue derrotado por ellos y no por la vieja derecha y su expresión más radical: el Comité pro Santa Cruz, que lo único que hizo fue tratar de montarse en el movimiento popular para sus propios fines conspirativos, quedando luego huérfana en sus afanes de prolongar el conflicto con el problema de los 2/3 y ahora el jueguito del federalismo, una vez que la movilización de los cuentapropistas logró su propósito de doblarle el brazo al gobierno.
La vieja derecha, y especialmente los fachos del Comité pro Santa Cruz, son repudiados por las grandes mayorías oprimidas y explotadas, sentimiento que el MAS aprovecha para tratar de reavivar el problema de la opresión sobre las naciones originarias como base de apoyo al gobierno.
Colmaron la Plaza de San Francisco y sus alrededores con centenares de miles de rostros morenos, con ponchos, lluchus, monteras y ojotas para advertir a los fachos del Comité pro Santa Cruz que si continúan en sus afanes conspirativos, marcharán sobre Santa Cruz si es necesario. El demagogo Juan Carlos Guarachi hasta amenazó con marchar a Santa Cruz para tomar las empresas, poniendo en figurillas a los masistas y el gobierno que ahora tienen que esmerarse en reafirmar su respeto a la sagrada propiedad privada.
Se trata de una verdadera pantomima montada cuando la situación social y política amenaza al sistema a partir de movilizaciones de masas ante la falta de soluciones a los problemas concretos materiales que las aquejan: desempleo, precarización del trabajo, falta de ingresos mínimos vitales para la familia, crisis de salud y educación, mayor explotación, desigualdad, marginalidad social, etc.; el 80% de la población vive en la informalidad por falta de acceso a fuentes de trabajo.
Un estudio descubre que 6 de cada 10 trabajadores del país gana menos del salario mínimo nacional, (que pasa los dos mil bolivianos). Y el mismo estudio revela que la ocupación informal aumento hasta el 71% o sea ese porcentaje de trabajadores no tiene derechos laborales.
Esta realidad significa que hay muy pocos empleos, que los salarios bajaron, que la estabilidad laboral bajó, y que dueños de medios de producción siguieron echando gente a la calle. Y que el gobierno del MAS es incapaz de crear fuentes de trabajo. Y a la gobernación y el municipio tampoco les preocupa este problema.
El estudio ha sido realizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), en base a una encuesta nacional de hogares realizada de mayo a junio de 2021. Este análisis de la realidad del país nos hace pisar tierra, y pone en evidencia que la mayoría de los trabajadores en Bolivia son explotados.
Mientras la cúpula masista marchaba hacia La Paz por orden de Evo Morales, el régimen no dice nada sobre la caída del precio de la coca; claro, ellos están bien pagados con los fondos del Estado. Los dirigentes masistas no están a la altura de analizar las causas de la estrepitosa la caída del precio de la coca.
En realidad, la política anticoca y proburguesa del gobierno es más evidente; hasta ahora a las bases les emborrachó la ilusión de tener un gobierno diferente a los de la derecha, y que supuestamente defiende a los pobres, pero todo tiene su límite. A las bases se les acaba la paciencia y comienzan a preguntarse: “si estamos en el gobierno ¿por qué no se nos permite comercializar libremente? ¿Por qué La Paz tiene más comerciantes que Cochabamba?”.
Y mientras las dos expresiones de la política burguesa, el reformismo masista y la vieja derecha neoliberal a ultranza, están enfrascadas en su mezquina guerrita, a la burguesía criolla agroindustrial del Oriente le va de maravilla con el gobierno del MAS y el Estado centralista.
YPFB firma un millonario contrato con los cañeros para comprarles 780 millones de litros de etanol el próximo año, como parte de la política de sustitución de las importaciones de gasolina y diésel que representa el 66% del presupuesto de YPFB, parte del cual ahora se traslada a los bolsillos de los agroindustriales y no al Estado. Los ganaderos, por su parte, han incrementado la exportación de carne en un 100% provocando el alza del precio de la carne en el mercado interno.
De quien busca defenderse el gobierno en su agonía política es de las masas; contra ellas se dirigirán sus medidas económicas y la represión acusando las acciones de protesta como conspiración derechista.
A decir de Raúl Prada, ferviente masista, ahora decepcionado del “proceso de cambio”, “se inventa con premura una marcha sin sentido ni perspectiva, sólo para mantener el eco de los gritos de agonía del moribundo, que quieren mostrar como si fuesen gritos de guerra… La forma de gobierno clientelar se despide con una marcha fúnebre…”.
Tomado de Masas N. 2679.