(MASAS-ML).- Evo Morales y los gobernantes masistas repiten la teoría burguesa de que los impuestos son una obligación de todos; su sueño es la universalización de las cargas tributarias para que el Estado pueda hacer funcionar el aparato estatal y cumplir con su obligación de atender a la población con los servicios más elementales como educación, salud, agua potable, energía eléctrica, red de caminos y ferrocarriles, etc. Parten de la impostura liberal de que todos los ciudadanos son iguales ante la Ley y el Estado y, por tanto, todos deben tributar según el volumen de sus propiedades e ingresos. Siguiendo esta lógica, pretende aplicar impuestos a los miserables sueldos de aquellos que dependen de un patrón y a las ganancias microscópicas de los sectores que trabajan por cuenta propia que, en este país, son la mayoría porque sobreviven asentados en la pequeña propiedad privada y formas de producción individual – familiar.
Estos sectores
mayoritarios, a diferencia de aquella minoría que tiene en sus manos el control
de la gran propiedad privada de los medios de producción cuya forma de
producción es capitalista (producción social y maquinizada, usando de mano de
obra ajena pagando miserables salarios, exprimiendo plusvalía a la fuerza de
trabajo), sobreviven en condiciones subhumanas, la pequeña propiedad es la
causa de su miseria debido a que su producción es microscópica y sin ninguna
posibilidad de competir con la gran producción industrial. El destino de estos
sectores es sucumbir frente a la poderosa presión del capitalismo que termina
estrangulándolo con precios más bajos, con el libre mercado y la libre
importación de mercancías, con el contrabando, etc. De esta manera se explica
cómo estos grandes sectores que son resabios del pre capitalismo en el país
terminan siendo oprimidos por el sistema social imperante.
En esta realidad,
donde las grandes mayorías no tienen asegurada su comida de mañana porque
dependen de su miserable producción y cuánto de esa producción puede vender en
el mercado o de esa capa de trabajadores dependientes de un patrón cuyos salarios
no le alcanza para satisfacer las necesidades más elementales de la familia, el
gobierno burgués del MAS quiere universalizar los impuestos. No es cuestión de
decir que todos tributen según sus ingresos, los que ganan más mayores montos y
los que ganan poco menos impuestos. Ocurre que hay sectores que materialmente
no pueden pagar ningún impuesto y, por el contrario, están esperando que
alguien les ayude a paliar el tomento del hambre que padecen.
Por estas razones,
cuyas causas se afincan en la estructura misma del país, en el que una gran
parte de la población agoniza en el atraso y la miseria, el problema de los impuestos se torna en una
bomba de tiempo. Las últimas movilizaciones de los comerciantes minoristas y
del transporte pesado no son otra cosa que el anticipo de grandes convulsiones
que van a protagonizar los explotados y oprimidos de este país. El gobierno
está obligado a tratar de paliar la reducción de los ingresos al Estado, a raíz
de los bajos precios de la materias primas en el mercado mundial, esquilmando
los bolsillos de la población a título de que todos tienen la obligación de
tributar y, en este choque frontal del gobierno con las movilizaciones
populares, éste está acentuando su carácter autoritario y represivo porque se
ve obligado a usar la violencia estatal para aplacar las luchas de los
movilizados que, al generalizarse, ponen en cuestión el destino del gobierno
burgués.
La clase
dominante, aún en los períodos de crisis como el presente, no deja de ganar a
costa de la miseria de la mayoría de la población; ella cómodamente carga a los
precios de las mercancías que producen sus empresas los impuestos que paga para
que, en última instancia, terminen cargando con este peso los consumidores
finales que son la mayoría empobrecida del país. De esta manera, en materia de
los impuestos, la lucha de clases se define en quién soporta sobre sus espaldas
la carga de los impuestos, o la mayoría explotada y oprimida o la clase
dominante que concentra en sus manos todo lo que produce el conjunto de la
sociedad.
Las movilizaciones
que inevitablemente se darán en el futuro inmediato debe generalizar la
consigna DE QUE LOS IMPUESTOS PAGUEN LA
CLASE DOMINANTE Y LAS TRANSNACIONALES IMPERIALISTAS, parte
de sus ganancias debe servir para atender los servicios más elementales que
estado debe prestar a la mayoría nacional.
La burocracia
sindical traidora que repite servilmente el libreto que le dicta el gobierno
burgués y sirviente del imperialismo, ya no podrá ser obstáculos en las luchas
que se avecinan como consecuencias de la agudización de la miseria, la falta de
fuentes de trabajo, los sueldos y salarios de hambre y los miserables ingresos
de los sectores que trabajan por cuenta propia.
EL AUTOTRANSPORTE PESADO
SEÑALA EL CAMINO POR DONDE RECORRERÁN LOS EXPLOTADOS AL CHOCAR CON LA
BUROCRACIA OFICIALISTA
A pesar del control secante que
tiene el gobierno sobre las direcciones sindicales a todo nivel (la COB,
federaciones nacionales, federaciones departamentales, CODes y hasta los
sindicatos de base), recurriendo a maniobras y procedimientos dolosos como eso
de financiar los eventos sindicales, donar locales sindicales y vehículos,
corromper a los jóvenes dirigentes con cargos en todos los niveles del Estado,
con prebendas económicas, etc., no ha podido ni puede controlar a las bases.
Éstas se movilizan acuciadas por la insatisfacción de sus necesidades vitales
(aumento de sueldos y salarios, cumplimiento de los bonos, contra los abusos de
las autoridades, contra los impuestos exorbitantes, contra la miseria, la falta
de servicios elementales, etc.).
Estas necesidades insatisfechas
que contradicen a los discursos demagógicos de los gobernantes, ahora que se
acentúa los efectos de la crisis internacional, crecerán; ya se percibe, por
ejemplo, el fantasma de la desocupación masiva en el horizonte, la subida de
precios en los artículos de primera necesidad pone al desnudo la insuficiencia
de los sueldos, el aumento de los impuestos enerva a los sectores más pobres de
la población, los útiles escolares se convierten en una verdadera sangría para
los miserables ingresos de los asalariados e independientes, etc.
Las bases impotentes de atender
todas estas necesidades no tienen otro camino que tomar el camino de la
movilización para arrancar al Estado y al Patrón privado mejores condiciones de
vida y de trabajo. En este proceso, están obligadas a enfrentarse con sus
direcciones oficialistas encaramadas en sus sindicatos o en sus organizaciones
sociales.
El último bloqueo nacional del
transporte pesado, que ha rebasado a sus dirigentes nacionales y a los acuerdos
que éstos han firmado con el gobierno, es el anticipo de lo que va a ocurrir en
el futuro inmediato porque los otros sectores que se encuentran al borde del
abismo no tendrán otro camino que luchar por su sobrevivencia. Los mineros, por
ejemplo, que están frente a la dura realidad de la caída de sus sueldos y
salarios y la posibilidad de perder sus fuentes de trabajo debido al cierre de
las empresas por la caída de precios de
los minerales en el mercado mundial, se verán obligados a rebasar a sus
dirigentes oficialistas, lo mismo ocurrirá con los fabriles, los maestros
urbanos y rurales, los comerciantes minoristas, los artesanos, sectores
importantes del movimiento campesino – originario y otros.
La tendencia dominante, a
diferencia del pasado, es que las luchas de los diferentes sectores se orientan
a generalizarse y a confluir en un solo torrente porque la causa de sus problemas es la misma,
la miseria como consecuencia de la acentuación de la crisis económica mundial.
Esta generalización y unificación de las movilizaciones inevitablemente
transformará la lucha limitadamente reivindicativa en política porque pondrá a
la orden del día el destino del gobierno incapaz de resolver los problemas de
la sociedad en su conjunto.
Por otra parte, el gobierno que
desarrolla una política descaradamente pro empresarial y pro imperialista está
condenado a proteger los intereses materiales de la clase dominante acentuando
la miseria en los sectores mayoritarios del país. Ya no se trata de un
pronóstico ni de una posibilidad el hecho que recurra a la violencia estatal en
todas sus formas, aun la masacre de los movilizados, para poner en brete a los
explotados. Las respuestas a los transportistas pesados y a los gremialistas,
sectores que han sido duramente reprimidos por las fuerzas del orden, serán el
pan de cada día en el futuro inmediato.
El
gobierno tiene que saber que no basta controlar a unos cuantos dirigentes
corrompidos y vendidos, está lejos de controlar a las bases de todos los sectores
sin haber podido satisfacer sus necesidades apremiantes. Los dirigentes
traidores que no pueden frenar las acciones de los explotados y oprimidos son
cascarones vacíos y serán barridos por el vendaval social.
Tomado de Masas, Miguel Lora O.