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enero 27, 2021

Felipe Quispe, “el Mallku”, expresó las limitaciones contradictorias de las nacionalidades oprimidas

Fue un personaje singular en la medida que trató de diferenciarse del grueso de los caudillos indígenas de su época, muy proclives al servilismo político a los eventuales representantes de la politiquería burguesa en el marco del Estado blancoide y opresor; mientras aquellos reptaban buscando algún acomodo en el Estado, éste mostraba la agresividad y rebeldía de la nación aymara secularmente oprimida.

Sin embargo, el hombre es producto de su época y de su medio, no pudo trasmontar las limitaciones de su nación-clase, deformada por la penetración capitalista al país. Penetración que dejó atrás al aymara producto económico, social y cultural del tradicional ayllu asentado sobre la propiedad comunal de la tierra, ahora convertido en pequeño parcelario, productor individual que busca consolidarse como una pequeña burguesía agraria miserable.

Esta forma de la penetración capitalista al agro boliviano, cuyo resultado ha sido que Bolivia se transforme en un país capitalista atrasado de economía combinada, ha creado una contradicción en las prácticas económicas, sociales y culturales de sus habitantes: la preexistencia de la tradición comunitaria del ayllu, sin estructura material precisamente por la destrucción de gran parte de la propiedad comunitaria de la tierra, que sobrevive como un sueño idílico de un pasado frecuentemente deformado por la inteligencia pequeño burguesa: el retorno al Tawantinsuyo que proclama el indianismo aymara olvida o ignora que el imperio incaico era un brutal sistema opresor de los ayllus aymaras y de otras naciones bajo su dominio, bajo la forma del tributo.

Por otra parte, la inserción del nuevo aymara pequeño propietario a la economía capitalista ha permitido el surgimiento de grandes concentraciones humanas en los barrios periféricos de las ciudades. De esta manera, la nación aymara de Felipe Quispe se encuentra con un pie en la tradición y con el otro en la realidad presente que es un capitalismo atrasado sin perspectivas de desarrollarse ya en el futuro, realidad que condena a la nación oprimida a permanecer en su actual condición de sometimiento a un Estado que se desmorona vertiginosamente y al imperialismo.

El Mallku es producto de esta realidad objetiva, refleja todas esas contradicciones señaladas; por eso, unas veces aparece como la negación del Estado k’ara proclamando el gobierno de las naciones oprimidas y hasta queriendo tomar las armas para destruirlo (es el Mallku del EGTK) y otras veces, según las ambiciones políticas circunstanciales, capitulando frente al posmodernismo reaccionario; sueña con que la liberación del indio se consigue logrando que el Estado opresor les reconozca sus derechos y respete sus tradiciones. Por eso no duda en adornar el Parlamento burgués con los aguerridos y llamativos ponchos rojos. Ha vivido condenado en los limitados marcos de la pequeña propiedad privada parcelaria, al igual que el resto de la nación aymara, hecho que determinó que no pudiera liberarse de la política burguesa.

En su oscilación entre los dos extremos, entre la tradición del ayllu materialmente inexistente y el capitalismo viviente marcando cotidianamente la vida de los aymaras, terminó siendo arrastrado por el dominio blancoide aunque de tarde en tarde lance su grito de rebelión. El caudillo aymara no pudo comprender que su nación sólo logrará la plenitud de su autodeterminación en el marco de un nuevo Estado de obreros y campesinos (dictadura del proletariado) que, para consolidarse, tiene que barrer con todos los resabios de la opresión y la explotación de un capitalismo decadente y moribundo.

Esta es la razón de por qué el “Mallku”, a pesar de su rebeldía, fue un reaccionario orgánico, víctima del posmodernismo; enemigo de la lucha de clases. No pudo comprender que el motor de la historia, en este momento es el brutal enfrentamiento entre la clase dominante nativa y el imperialismo frente al proletariado que, para materializar la revolución, debe convertirse en la dirección del conjunto de la nación oprimida.

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