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enero 15, 2019

La política y la educación

Miguel Lora Ortuño *

No es nuevo el debate en torno al problema de la relación de la política y la educación. La campaña que desarrolla el Ministro de Educación en sentido de que los maestros deben enseñar en las aulas –como parte de los contenidos curriculares– los logros y aciertos del gobierno de Evo Morales no hace otra cosa que actualizar el mismo. 

Consciente de que se trata de un problema espinoso en medio del gran malestar que reina contra el oficialismo, sobre todo en los sectores de la clase media, el gobierno maquilla su planteamiento argumentando que se trata de la enseñanza de la historia de los últimos 12 años “tal cual es”. Y aparece la garra autoritaria cuando el Ministro concluye amenazando que maestro que no acate esta determinación será castigado por incumplimiento de deberes. 

Está claro que el Ministro está interesado en hacer proselitismo electoral y adoctrinamiento político en el ámbito de la educación secundaria y superior donde aparece un nuevo colchón electoral con la determinación de que los jóvenes, desde los 18 años, están habilitados para votar. De este modo revela la gran preocupación del oficialismo por capturar el voto de sectores importantes de la juventud. 

La repuesta del magisterio –predominantemente anti oficialista– y de la población, que cada día se aleja más del control de gobierno, fácilmente puede orillarse hacia posiciones reaccionarias como la planteada recientemente por Bolsonaro en el Brasil que postula una educación francamente apolítica. Esta postura reaccionaria del nuevo gobierno brasilero no impide que la educación deje de ser un instrumento de difusión del pensamiento de las clases dominantes; por tanto, un instrumento de opresión del Estado burgués. 

Es preciso partir de la premisa de que la educación está en medio de la lucha de clases; por tanto, en determinados momentos de gran tensión social (ascenso revolucionario) puede convertirse en un instrumento de subversión del orden social vigente y, en momentos normales, cuando se aminoran las contradicciones sociales, el Estado impone en todos los ámbitos de la vida social y de la educación el pensamiento oficial de la clase dominante. 

Los niños y jóvenes viven cotidianamente en este ámbito de las contradicciones sociales. En un país donde se exacerban las contradicciones de las clases polarmente contrapuestas de la sociedad capitalista, sufren las consecuencias de la miseria y el hambre, de la represión política, de las huelgas, de los paros y bloqueos, etc. La lucha de clases es parte de la realidad y la educación no puede sustraerse de ella. 

El problema está en cómo hacer educación política contestataria que exprese el pensamiento de la clase revolucionaria en el escenario de la escuela, en contraposición al pensamiento político de la clase dominante que el Estado legaliza ya en los contenidos curriculares oficiales. Los gobiernos autoritarios exacerban la educación política oficial del Estado y persiguen de manera implacable toda forma de política contestataria y rebelde. 

Convertir la educación política en la grosería del adoctrinamiento dogmático y en proselitismo electoral es falta de respeto al desarrollo de la conciencia, sobre todo en los niños de corta edad (educación inicial y primaria). Esta práctica nociva constituye un manoseo al desarrollo de la conciencia individual en una edad en que el ser humano es más vulnerable. La educación política deberá realizarse como la comprensión de la realidad en la que vive el niño. Se me viene a la memoria, como ejemplo, esas preciosas poesías para niños de Oscar Alfaro “El pájaro revolucionario” o el “Sapo hortelano”. 

En la educación secundaria, el maestro deberá orientar la educación política a la formación de la conciencia crítica de los adolescentes y jóvenes proporcionándoles como insumos todas las manifestaciones del pensamiento político. Lo contrario, presentarles sólo el pensamiento oficial del Estado como quiere el gobierno, se torna en un atentado a la formación de la conciencia crítica y a la formación integral del ser humano. 

Esta educación implica también la madurez política del magisterio donde están presentes todas las corrientes ideológicas, políticas, confesionales, etc. El papel de la corriente revolucionaria en el seno del magisterio es vital en este proceso.

* Dirigente del POR.

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