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octubre 30, 2016

El uso de la violencia no basta para frenar las movilizaciones



(MASAS-ML).- La burocracia sindical se desmorona políticamente. Surge la necesidad de dotarse de nuevas direcciones con elementos armados política e ideológicamente. El POR tiene el papel importante de armar a los nuevos cuadros sindicales con los programas de la Tesis de Pulacayo y de la Asamblea Popular del año 1971 
 
En los últimos días el gobierno ha pretendido contener las movilizaciones de los discapacitados, de los fabriles, de los comerciantes minoristas y otros con mano dura; ha llamado a las negociaciones con los sectores movilizados con el garrote en la mano, tan pronto flagelaba en las calles a la gente al mismo tiempo convocaba a los sectores a “sentarse en la mesa de negociaciones” sin responder en absoluto a sus exigencias. ¿Cómo se puede negociar con los discapacitados cuando los ministros niegan toda posibilidad de hablar del bono de 500 Bs. o cómo se puede negociar con la COB cuando es inconmovible en su decisión de mantener cerrada la empresa estatal ENATEX? En realidad, el llamado al “diálogo” en la boca de los gobernantes es un recurso para distraer y cansar a los explotados en su lucha.
Evo Mortales y su pandilla se encuentran acorralados por el malestar social creciente en todos los sectores de la población; mientras más duros se ponen en la aplicación de su política represiva, el rechazo de todos los sectores se torna incontrolable. La torpeza con que actúa, por ejemplo en el caso del abogado León, ha provocado que la oficina de derechos humanos de la OEA haga público un pronunciamiento muy duro exigiendo el gobierno el respeto a la “institucionalidad democrática” de la justicia boliviana y que garantice el derecho al debido proceso de los encausados; por su parte, así sea sólo para guardar las apariencias, el mismo defensor del pueblo que posesionaron hace unos pocos días se ha visto obligado a repetir los argumentos esgrimidos por la institución internacional.
Ha fracasado en el intento de fracturar la unidad de los sectores movilizados negociando, como en el caso de los discapacitados, con pequeños sectores controlados por el oficialismo; pretende acallar la protesta fabril obligando a la gente a recoger sus beneficios sociales con una serie de chantajes; logra utilizar a una parte de los dirigentes de los transportistas de carga pesada para desinflar el bloqueo protagonizado por el sector.
En algunos casos logra “cuartos intermedios” en las movilizaciones, por algunos días, sin tocar los verdaderos motivos de los conflictos sociales y, por tanto, lo único que hace es postergar por un breve tiempo la reiniciación de los conflictos en condiciones mucho más radicales. Las masas encabritadas, al no ver satisfechas sus necesidades inmediatas, muy pronto retornarán a las calles y se sumarán otros sectores que, igualmente, tienen grandes necesidades insatisfechas como consecuencia de la agudización de la crisis y la imposibilidad del gobierno de dar respuestas satisfactorias a sus exigencias. Es cuestión de tiempo, existe la tendencia de que el malestar social crezca como una bola de nieve generalizándose y profundizándose.
En este contexto político, la burocracia sindical se ve obligada –empujada por los sectores movilizados- a ponerse a la cabeza de las marchas o en los enfrentamientos con la policía. Después de una dura represión a los fabriles de La Paz, el Ejecutivo Mitma ha declarado a la prensa que los acontecimientos están orillando a las organizaciones sindicales a discutir sobre la posibilidad de romper el llamado “pacto de unidad” con el gobierno; el burócrata oficialista ha señalado que no tiene sentido seguir apoyando a un gobierno que está ejecutando medidas contra la clase obrera y el pueblo.
El hecho de que la COB y sus organizaciones afiliadas salgan o no de la CONALCAM depende de la agudización y generalización de las movilizaciones en el país que obligue a los burócratas corrompidos a buscar diferenciarse políticamente del Estado burgués, ahora ya empiezan a hablar de la Tesis de Pulacayo, de la lucha de clases, del retorno a la independencia política e ideológica de las organizaciones sindicales, de la necesidad de organizar un pliego que unifique la lucha de las bases de todos los sectores. etc.
Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones de que la burocracia, en el camino, pueda volverse revolucionaria y retornar consecuentemente a las banderas de la Tesis de Pulacayo y al documento constitutivo de la Asamblea Popular del año 1971 donde claramente se señala la estrategia de revolución social para construir una nuevo Estado basado en la propiedad social de los medios de producción, o sea, instaurar el socialismo que conduzca al país hacia la sociedad comunista. Estos canallas, tan pronto las masas dejen las calles, retornarán a su vieja y reaccionaria política del colaboracionismo de clase con el Estado burgués, con la patronal y con las transnacionales.
Los explotados, en el camino, deben verse en la necesidad de echar a la burocracia oficialista de sus direcciones si realmente quieren impedir que sus luchas sean rifadas en el futuro. Los nuevos dirigentes deben surgir de sus entrañas con elementos armados política e ideológicamente en el programa revolucionario. El POR tiene la misión de ayudar a la clase a superar sus dificultades y de señalarles los caminos adecuados para llegar a su objetivo estratégico. Sólo en estas condiciones el proletariado podrá convertirse en real dirección de toda la nación oprimida y posibilitar la revolución social. 

LOS FABRILES ESTÁN EN LAS CALLES LUCHANDO CONTRA
LOS DESPIDOS MASIVOS
Hasta hace unas semanas, después de la pasiva aceptación del incremento del 6 % por parte de los trabajadores asalariados debido al terror por el cierre de las empresas y a la desocupación masiva, daba la impresión de que tardarían algún tiempo para recuperarse e incorporarse a las movilizaciones  que ya se está realizando en los sectores cuentapropistas. Creíamos que el proletariado debía tomarse un tiempo para superar los obstáculos en su conciencia que les impedía ponerse a la cabeza de toda la nación oprimida, vivir en carne propia las consecuencias de la política francamente pro empresarial y pro imperialista que desarrolla el gobierno cargando todo el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, imponiendo sueldos miserables, tolerando la vigencia de una dura flexibilización laboral que desarrollan tanto las empresas estatales descentralizadas como las privadas, recortando beneficios sociales y cerrando las empresas consideradas deficitarias, etc.
A los pocos días de anunciado el incremento salarial, los trabajadores especialmente aquellos que son  dependiente de la empresa privada y de las instituciones estatales descentralizadas como municipios y gobernaciones, han podido comprobar que son víctimas de un engaño porque –debido a la ausencia de una reglamentación para efectivizar el pago obligatorio del mismo- son obligados por la patronal a negociaciones sectoriales donde se les plantea la posibilidad de pagar montos inferiores al 6 % y muchas otras empresas privadas simplemente se niegan cualquier incremento con el argumento de que se encuentran al borde de la quiebra; los trabajadores municipales de Cochabamba, por ejemplo, han sido notificados en sentido de que no podrán recibir un incremento mayor al 4 % porque los recursos del municipio han mermado considerablemente como consecuencia de la reducción del IDH.
Lo que ha impulsado poderosamente la incorporación del movimiento fabril a la movilización en los últimos días es el cierre de la empresa estatal ENATEX, los administradores de la empresa, con el pretexto de fumigar sus instalaciones ha logrado que todos los trabajadores abandonen sus puestos de trabajo y, cuando se aprestaban a retornar a sus labores cotidianas, fueron sorprendidos con cartas de retiro forzoso y con el anuncio de que la empresa productiva se convertía en empresa de servicio para lo que necesitan sólo 200 trabajadores convertidos en servidores públicos sin derecho a la sindicalización. Se trata de un golpe artero por parte del gobierno del MAS porque, al estilo de cualquier gobierno burgués, condena a más de 800 trabajadores a la desocupación y al hambre con el argumento de que no se puede mantener empresas deficitarias porque son una carga para el Estado.
La respuesta, primero de los trabajadores de la empresa y después de todos los fabriles de La Paz y del País, ha sido inmediata; han salido a las calles condenando al gobierno por su política anti obrera y exigiendo que se reabra la empresa. Ha corrido como reguero de pólvora la noticia de que todas las empresas en manos del Estado también estarían en la misma situación que ENATEX; se ha dicho que CARTONBOL, por ejemplo, pretende dar vacaciones colectivas obligatorias a sus trabajadores por tres meses para posibilitar un despido masivo al retorno a sus fuentes de trabajo. También existe la amenaza de que muchas empresas textiles privadas estarían a punto de cerrar sus operaciones porque ya no pueden soportar la competencia del contrabando y de las mercancías de origen asiático que entran al país con precios demasiado bajos.
La burocracia sindical se ha visto obligada a ponerse a la cabeza de las movilizaciones adoptando poses radicaloides para no chocar con sus bases y, en su intento de desorientar a las masas movilizadas, no se cansa de repetir que son los ministros resabios del neoliberalismo quienes están engañando al “hermano Evo” tomando medidas como el cierre de ENATEX. Mientras los movilizados en las calles condenan a Evo Morales y al conjunto del gobierno como agentes del imperialismo y de la empresa privada, la burocracia sindical carga tintas en la consigna de la renuncia del Ministro de Trabajo y de la Ministra de Desarrollo Productivo.
Todo este conjunto de acontecimientos configura un cuadro político donde un sector importante de los trabajadores asalariados, el movimiento fabril, da un salto en su conciencia y rompe con muchos obstáculos que, hasta la víspera, impedía su incorporación a las movilizaciones que ya estaban haciendo de manera agresiva los sectores cuentapropistas porque son los más castigados por la política antipopular del gobierno y por los efectos de la crisis económica. No cabe duda que las acciones de los fabriles se prolongará porque la miseria y el cierre de las empresas están a la orden del día y tendrá una poderosa influencia sobre el movimiento minero. Los importantes cambios que se están dando en la situación política pueden impulsar al proletariado a ponerse a la cabeza de una poderosa movilización nacional que eche por tierra todos los planes continuistas del régimen masista.




PROPUESTA DEL GOBIERNO RESPECTO AL D.S. 2765 ES UNA TRAMPA DESTINADA A DESINFLAR LAS MOVILIZACIONES DE LOS TRABAJADORES
Los dirigentes de la Central Obrera Boliviana han bajado a las centrales obreras departamentales y regionales, en calidad de consulta, la propuesta hecha por el Poder Ejecutivo sobre los alcances del D.S. 2765 que determina el cierre de la empresa estatal ENATEX, su transformación en empresa de servicio SENATEX y el despido de más de 900 trabajadores.
La justificación para la promulgación de dicho decreto supremo es que la empresa se encontraba en una situación deficitaria insalvable y que, en el futuro, se tornaría en una carga onerosa para el Estado. El decreto también determina el cambio de la empresas productiva en otra llamada de “servicio” dependiente del  Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural. Hablando más claro, los trabajadores de la futura empresa de servicio (200 en total) pasarían a ser considerados servidores públicos sin derecho a la sindicalización y a los beneficios de la Ley General del Trabajo.
Está claro que el trasfondo de la propuesta del gobierno es justificar la masacre blanca de aproximadamente un millar de trabajadores y en lugar de usar la palabra “despidos” utiliza  el término “desvinculación”, seguramente con la intención de suavizar la brutal acción anti obrera de los gobernantes; según los abogados laboralistas este Decreto en mucho más duro que el 21060 porque este último llegó a reconocer beneficios extralegales en los despidos que hizo el neoliberalismo en la última década del siglo pasado.
Por otra parte, el convertir a los trabajadores de la futura empresa de servicio en servidores públicos, es privarles no sólo del derecho a la sindicalización, sino que también pueden ser echados de sus fuentes de trabajo, cuando así consideren los administradores de la empresa, sin el reconocimiento de los derechos laborales consagrados en la Ley General del Trabajo como la indemnización y el desahucio. El gobierno, con este Decreto, se muestra de cuerpo entero como anti obrero, abusivo y represor.
La segunda parte de la propuesta señala que los alcances del D.S. 2765 sólo se circunscriben a ENATEX y que su aplicación no se extiende a las empresas dependientes del empresariado privado ni a la minería tanto privada como estatal. De esta manera, el gobierno no propone nada que garantice a los trabajadores seguridad en sus fuentes de trabajo. Llegado el momento, cuando los empresarios usen la argucia de que están en quiebra, los explotados serán echados a la calle sin contemplación alguna ni protección del Estado. Lo que corresponde es profundizar la lucha para arrancar al gobierno una política de estado que asegure a los explotados fuentes de trabajo seguros.
La propuesta en su tercera parte hace referencia a la conformación de una comisión social para tratar los siguientes aspectos:
** La atención, conforme establecen las leyes sociales, a las madres gestantes y los padres progenitores la inamovilidad en sus fuentes de trabajo.
** A los enfermos crónicos que tienen la necesidad de los servicios de salud para su atención.
** A los trabajadores próximos a jubilarse y que no han cumplido con sus cotizaciones para acceder a este beneficio.
** A los discapacitados que, según la Ley, deben ser acogidos en otras fuentes de trabajo.
** Vivienda social en beneficio del sector.
** Créditos productivos para los que puedan emprender otras actividades de manera individual.
Según el tenor de la propuesta, no se está dando una solución para los casos anteriormente señalados, sólo se habla de la organización de una comisión social que, como es usual en este gobierno, dilatará su trabajo hasta el infinito para terminar burlando las expectativas de los interesados; por ejemplo, ¿cómo se puede garantizar las viviendas sociales para gente desocupada y que no tiene los ingresos necesarios para pagar las amortizaciones de los créditos? Este último punto es un canto de sirena demagógico que sólo tiene la finalidad de crear ilusiones en los afectados de la masacre blanca.
Los trabajadores no deben caer en la trampa que les tiende el gobierno, lo único que le interesa es aislar a los trabajadores movilizados de ENATEX del resto del movimiento fabril y paralizar las movilizaciones que tienden a generalizarse a otros sectores, todo con la complicidad de la burocracia sindical de la COB y de las direcciones medias y de base de las organizaciones sindicales. El ampliado de la COB convocado para analizar la propuesta gubernamental debe rechazar enérgicamente la misma y exigir a los gobernantes una política global que garantice la continuidad de las fuentes de trabajo. En los casos de quiebra de las empresas, el Estado debe pasar a estatizarlas y, si corresponde, subvencionarlas bajo el control obrero colectivo para impedir que los administradores hagan malos manejos de los recursos de las empresas, ganen sueldos jugosos o simplemente –por su incapacidad- hagan inviables a las mismas como ha ocurrido en el caso de ENATEX. El descalabro de esta empresa no es responsabilidad de los trabajadores sino de la incapacidad del gobierno que usa las empresas estatales como botín de guerra para dar acomodo al ejército de incapaces que exigen el reconocimiento de sus servicios como operadores del oficialismo.

¿HASTA DÓNDE HAN LLEGADO LAS MASAS?

La actual movilización logra impulsar poderosamente la ruptura política con el gobierno de otros sectores. La debilidad sigue radicando en la persistencia de las luchas sectoriales, en la limitada incorporación del proletariado minero y la permanencia de la burocracia sindical timorata y pro oficialista.
El desarrollo de la situación política donde se operan cambios en la conciencia de los explotados es un proceso contradictorio y lleno de obstáculos. Actualmente, con la incorporación del proletariado fabril a la movilización como consecuencia del cierre de ENATEX, se está impulsando a otros sectores a acelerar su diferenciación política respecto al gobierno; éstos en sus actitudes demuestran que han superado sus limitaciones anteriores y la ilusión que todavía abrigaban en que el gobierno del MAS pueda solucionar sus problemas más elementales referidos a sus existencia cotidiana; en este escenario la burocracia sindical ya no puede desorientar a sus bases con el argumento de que no es el hermano Evo quien toma decisiones contrarias a los trabajadores sino sus ministros neoliberales y a esto se debe que, hasta la víspera y reiterativamente, los sectores pedían “dialogar” directamente con el Presidente y no así con sus ministros que asumirían decisiones a espaldas del jefe del Estado.
Ahora ya nadie toma en cuenta la trampa de sus dirigentes de deslindar al Presidente de las medidas anti obrera porque han llegado a comprender que todas estas son parte de la política global del Estado burgués. En las movilizaciones callejeras enarbolan consignas atrevidas y toman los aspectos fundamentales del programa trotskista de manera natural porque expresa con cabalidad sus problemas y sus aspiraciones. Lo que antes, el trotskismo, era considerado como un tabú en la conciencia de los explotados producto de la prédica de los reformistas incrustados en el seno de los sindicatos, ahora es tomado como una necesidad para enfrentar su lucha diaria contra la clase dominante y su Estado.
De esta manera se confirma, una vez más, la valides del programa revolucionario que es la expresión consciente de la tarea que debe cumplir el proletariado con la finalidad de liberar al conjunto de la nación oprimida por la clase dominante nativa y por el imperialismo. Este programa enarbolado por una organización con muchas limitaciones para entroncar en el seno de los explotados, sin embargo, está presente en las acciones de los actores de las movilizaciones.
Sin embargo, a pesar de que los diferentes sectores, sobre todo aquellos que no dependen de un patrón y reciben directamente los impactos de la crisis que ya se está dejando sentir en el país (discapacitados, comerciantes minoristas, transportistas, etc.) y de aquellos otros que dependen del patrón privado o del Estado (maestros, profesionales) son muy radicales y persistentes, pero, no logran converger en acciones unitarias porque no existe un programa unificador y porque está ausente una dirección capaz de articular las acciones de todos. Estos sectores, a pesar de no encontrar por parte del gobierno una respuesta que satisfaga sus necesidades, se frustran sin encontrar una perspectiva para luego volver a reaparecer con características mucho más radicales. La tendencia general es que, con una mayor agudización de la crisis, los conflictos sociales se profundizarán mucho más, otros sectores que aún no se han incorporado a la lucha ocuparán las calles provocando importantes cambios en la situación política y echando por tierras todos los sueños de oficialismo de perpetuarse en el poder.
Otra de las debilidades del presente proceso es que la columna vertebral del proletariado, el movimiento minero del sector nacionalizado,  no logra ponerse al nivel de los otros sectores movilizados de la clase media radicalizada. No logran dejar definitivamente la ilusión de que el gobierno de Evo Morales va a dar la plata para salvar a la minería de la crisis y se someten voluntariamente a una mayor sobreexplotación para bajar los costos de producción y evitar que la empresa trabaje en condiciones de pérdida. Sin embargo, el hecho de que hubieran renunciado al incremento del 6 % o hubieran decidido dar el 20 % de sus sueldos y salarios, no permitirá que la empresa pueda arrojar mayores volúmenes en la producción si el gobierno no invierte importantes recursos financieros para comprar nuevas maquinarias y renovar el ingenio que permita capturar minerales de baja ley. Muy pronto llegarán al convencimiento de que el gobierno no tiene ningún interés de sostener una empresa que no reporta utilidades al Estado, actualmente muchos gobernantes y parlamentarios oficialistas  ya anuncian que Huanuni está en la mira para ser cerrada si no supera su situación deficitaria.
Sólo la incorporación de los mineros a la movilización y su retorno a su tradicional política revolucionaria podrá impulsar al conjunto del proletariado a asumir su condición de dirección de toda la nación oprimida, dar perspectiva política a las actuales acciones de los explotados y oprimidos del país y lograr la unificación de las luchas sectoriales bajo un programa que representes los intereses de todos ellos. Esto implica forjar, sobre la marcha, una nueva dirección en la COB, en las direcciones medias y de base de los sectores afiliados.

LA INDEPENDENCIA POLÍTICA DE LA CLASE OBRERA SÓLO PUEDE DARSE
 SI ÉSTA ENARBOLA SU PROPIO PROGRAMA REVOLUCIONARIO
La burocracia sindical habla de independencia política de los sindicatos frente al gobierno sin haber superado su posición frente al llamado “proceso de cambio”. Cuando cesen las movilizaciones retornará a jugar el papel de sirviente del gobierno.
En los últimos días, como consecuencia de la poderosa presión de las bases movilizadas, es frecuente escuchar en boca de la burocracia sindical el anuncio del retorno a la independencia política e ideológica de las organizaciones sindicales. Señala la ruptura del “pacto de unidad” con el gobierno y, sin embargo, muchos de los dirigentes siguen repitiendo la falacia de que el “proceso de cambio” es patrimonio de todos los trabajadores y no solamente del gobierno que lo habría traicionada con la promulgación de los últimos decretos anti obreros y antipopulares; revelan así que no han logrado superar, en ningún momento, sus ataduras con el oficialismo.
La ruptura política de los explotados con el gobierno ya se está dando desde las bases animada por la hoguera de las movilizaciones cada vez más radicales. Las cúpulas burocráticas de las organizaciones sindicales están siendo arrastradas, contra su voluntad, por las masas en acción. Por tanto, las declaraciones teñidas de radicalismo de esta gente no pasan de ser una postura demagógica para no chocar con las bases, se trata de un simple reacomodo momentáneo hasta que la tormenta social pase; cuando los explotados abandonen las calles los sirvientes de gobierno volverán a ejecutar el sucio papel de agentes del Estado burgués.
La perspectiva del presente proceso político no apunta a la posibilidad de que las movilizaciones de los diferentes sectores puedan ser cortadas abruptamente o por la satisfacción, por parte del gobierno, que las masas exigen a sus necesidades vitales o por la derrota física y política de los combatientes. Lo primero no es posible, el gobierno no tiene ninguna capacidad de dar lo que las masas exigen en las calles porque el marco en que está obligado a moverse es la crisis que cada día amenaza con provocar más hambre y miseria en los sectores mayoritarios de la población; la segunda posibilidad tampoco puede darse porque no tiene la fuerza suficiente para terminar doblegando a palos a los movilizados, manteniendo por la fuerza a sus agentes en las organizaciones sindicales y aplacando con el garrote toda forma de oposición revolucionaria en el país.
Por tanto, si el gobierno tiene limitaciones económicas y políticas para superar la actual crisis social es real la posibilidad de que ésta crezca en proporciones monumentales en el futuro próximo. Todo este proceso puede desembocar en una situación revolucionaria que termine echando del poder a Evo Morales y a toda su pandilla corrupta y prepotente. La condición para acelerar este proceso político es que el proletariado, en sus sectores más importantes, retorne a su eje revolucionario y actúe como la dirección política de los oprimidos.
Sólo en estas condiciones podrá darse la independencia política de las organizaciones sindicales a todo nivel. Significa diferenciarse políticamente del Estado burgués y del reformismo incrustado en los sindicatos que son la quinta columna de la política burguesa en el seno de las masas. Esta consigna en boca de la burocracia sindical no pasa de ser un puro formalismo y las bases deben estar vigilantes para impedir que, en cualquier momento, pretenda rifar las luchas de los trabajadores como ha ocurrido en el magisterio rural cuyos dirigentes han firmado un último acuerdo con el gobierno sin antes haber consultado a sus   bases agobiadas por la presión que reciben por parte del oficialismo a través del llamado control social.  
 

 Tomado de MASAS, Miguel Lora O.

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