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agosto 04, 2020

Se agudizan las contradicciones internas en el MAS


Masas
Es un grueso error concebir al MAS como un partido homogéneo, fuertemente cohesionado en torno a un caudillo indiscutible que reemplaza a la ausencia de un programa político bien estructurado. Es pura apariencia la percepción que se tiene en sentido de que Evo Morales maneja, desde Buenos Aires, todos los hilos que le permiten controlar a sus militantes y a las organizaciones sociales; es apariencia que el caudillo tenga en sus manos el control total de las maniobras políticas que este partido realiza en el país.



El MAS es un conglomerado heterogéneo donde los sectores y las personas participan buscando intereses materiales distintos, los aymaras del Occidente, fuertemente influenciados por el fenómeno de la opresión nacional, utilizando símbolos como la wiphala y el odio al Estado k’ara; los cocaleros del Trópico cochabambino interesados en ampliar sus plantaciones y las actividades del narcotráfico; los que se mantienen en el aparato estatal (parlamento, poder judicial, gobernaciones, alcandías, etc.), interesados en conservar su estatus para seguir medrando de las arcas fiscales; algunos sectores urbanos, pequeños productores o comerciantes, que siguen ilusionados con un supuesto gobierno de raíz indígena que está más cerca de ellos.
Haciendo una observación más detallada de la estructura social de este país, probablemente encontremos otros sectores como los interculturales de Oriente o los ayllus del Norte de Potosí que tienen sus propias particularidades y que aparecen como sectores radicales en el seno del MAS.
Este partido de impostores, de manera oportunista, a pesar de su franca definición como defensor de la propiedad privada, de los intereses de la clase dominante nativa y de las transnacionales imperialistas, se esfuerza por seguir manteniendo –así sea sólo en plano puramente propagandístico– su pretendido contenido indigenista y popular para seguir embridando electoralmente a sectores de la población.
Después de su caída del poder, ya políticamente agotado, el MAS logra conservar su influencia en sectores populares de fuerte raigambre indígena, gracias, en parte, a la torpeza con la que la vieja derecha racista ingresa, quemando símbolos indígenas, con la cruz y la biblia al frente como los conquistadores hacen 500 años, tocando la llaga de la persistencia de la opresión nacional.
Mantener el control del parlamento y del poder judicial le ha permitido realizar maniobras para desgastar al débil gobierno ultraderechista buscando potenciarse electoralmente, pero el mal cálculo político y la incomprensión de sus propias contradicciones internas lo empuja a realizar maniobras torpes que terminan chocando con amplios sectores de la población que originalmente fueron sus bastiones sociales.
Un buen ejemplo de este rosario de desaciertos es su convocatoria a la huelga general con bloqueo campesino debido a la postergación de las elecciones generales de septiembre a octubre, chocando con la mayoría de la población prisionera del terror a la pandemia y sufriendo las consecuencias de la crisis económica. La convocatoria de los dirigentes de la COB a la huelga general indefinida movilizada es inmediatamente impugnada por las bases. Fabriles, transportistas, comerciantes minoristas, mineros de base de Huanuni, el magisterio urbano de los distritos más grandes y las CODes de Potosí y Chuquisaca, entre otros, señalan que no acatarán la medida calificada como aventurera y al servicio de los intereses electoreros del MAS y acusan a los dirigentes de la COB de haberse convertido en la quinta rueda del masismo.
El bloqueo de caminos impulsado por los sectores radicales del MAS ha comenzado. Amanecimos con reportes de bloqueos en varias regiones, todos con promontorios de tierra y pocos bloqueadores.
Los masistas están jugando todas sus cartas en una medida que inmediatamente choca con amplios sectores de comerciantes, transportistas, campesinos, pequeños productores, etc., preocupados en resolver sus problemas de subsistencia y no en elecciones que nada ofrecen.
Parece que la pandilla de Evo Morales intuye el desastre que sobrevendrá y da señales de retroceder. Evo llama al diálogo, Andrónico Rodríguez se pronuncia exigiendo solamente que las elecciones se realicen en 2020.
Una nueva retirada desastrosa ahondará la crisis interna del MAS y la desmoralización en amplios sectores que tenían la seguridad del éxito electoral, proceso que puede terminar en fracturas internas que difícilmente podrá controlar el caudillo. El tiempo es su peor enemigo porque se puede precipitar el conflicto legal que concluya en la privación de su personería jurídica y el deterioro electoral cada vez más creciente. Sólo en este contexto se entiende la desesperación por precipitar las elecciones.

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