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agosto 28, 2020

Soportar dos meses de guerra sucia

 Masas extra

 La manera cómo ha concluido el último conflicto, del que el MAS sale derrotado y disminuido electoralmente porque sus acciones aventureras y políticamente estúpidas lo ha empujado a chocar frontalmente con la gran mayoría electoral de las ciudades y parte del movimiento campesino, configura un cuadro irreversible en el que el país asistirá a las urnas el 18 de octubre.

La pandilla masista no sólo ha perdido sus posibilidades electorales, sino que también, ha salido con graves fisuras internas que implosionan cada vez con más fuerza aunque, probablemente, podrá mantener su aparente cohesión hasta antes del 18 de octubre. Lo que se puede prever con toda claridad es que, si el resultado es adverso para la pandilla de Evo Morales, el MAS desaparecerá como consecuencia de la agudización de sus crisis internas.

Por otra parte, estamos viviendo una etapa de total agotamiento del Estado burgués, acelerado por los efectos destructivos de la pandemia del COVID 19, su desinstitucionalización es grave porque ha perdido toda coherencia el funcionamiento de sus poderes fundamentales y que se traduce como un total desgobierno, ya no constituye garantía para la defensa de los intereses de la clase dominante. El agotamiento de la política de la derecha en su conjunto, de la tradicional y del MAS, se traduce en esta calamitosa situación para el orden social burgués.

De estar políticamente presente el proletariado, como dirección del conjunto de la nación oprimida, habría llegado la hora de la revolución social para estructurar un nuevo Estado de obreros y campesinos basado en la propiedad social de los medios de producción. Lamentablemente la clase revolucionaria no ha logrado superar las consecuencias de su derrota anterior, de la última década del siglo XX, y, durante los últimos 14 años la burocracia sindical ha desarrollado el papel de franco colaboracionismo con el gobierno del MAS que desempeñó una política francamente burguesa, ha arrastrado a la clase detrás de la campaña demagógica de que en Bolivia se abría una nueva era donde los explotados y oprimidos habían tomado el poder y tenían en sus manos la posibilidad de decidir el destino de este país; han llegado al extremo de decir que el gobierno del MAS era la materialización de los postulados de la Tesis de Pulacayo.

Los bolivianos que están preocupados en cómo sobrevivir de los contagios exponenciales --al momento de escribir la presente nota ya se está aproximando a los 110 mil y el pico más alto aún no ha llegado--, de la muerte que se cuenta por miles y en las consecuencias devastadoras de la crisis económica que ya se traduce como la acentuación del hambre en los sectores más empobrecidos, saben que las elecciones no son la respuesta a sus necesidades concretas; intuyen que el gobierno que surja de las próximas elecciones será derechista que desarrollará la misma política de cargar sobre sus espaldas la crisis económica para salvar los intereses de la clase dominante y del imperialismo.

Probablemente el volumen de los votos blancos y nulos de los sectores más politizados crezca considerablemente, la última encuesta publicada por el periódico “Pagina 7” señala que bordea el 11 % del electorado, casi igual a los votos de la candidatura oficialista, dato que está mostrando que un grueso sector no espera nada de la farsa electoral; pero, el grueso de la población que ha acumulado odio incontenible a los refugiados en Buenos Aires y sus seguidores en el país, venciendo el terror a la pandemia, acudirá a las urnas para impedir que vuelvan los abusivos, prepotentes y corruptos; por otra parte, los habitantes de las comarcas campesinas, fáciles de controlar por los caciques masistas, también votarán --aún contra su voluntad-- por el binomio azul.

Probablemente en las elecciones polaricen Carlos Mesa y Arce Catacora, ambos y los otros de categoría menor se lanzarán a una desenfrenada campaña vacía de programas políticos, de propuestas electorales diferentes porque no las tienen, en busca de la conquista de un grueso sector de electorado que dice no saber por quién votará.

Las ideas y los programas son sustituidos por una grotesca guerra sucia, saltan a primer plano las manifestaciones más primitivas de la politiquería burguesa. Ahora ya se ventilan las perversiones sexuales de Evo; los derechistas encaramados en la “Casa Grande del Pueblo” fabrican procesos penales contra sus oponentes sin dejar de lazar algunas estocadas contra el pusilánime Carlos Mesa. Por su parte, la verborrea masista no pierde la oportunidad de levantar el pasado privado de la Añez y de culparle por cosas que ellos no pudieron hacer durante 14 años.

Para encender la televisión o escuchar radio hay que tener el hígado blindado para no vomitar por las suciedades que se ventilan.

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