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septiembre 15, 2020

El MAS repudiado en las calles; la vieja derecha no tiene nada que ofrecer

Masas extra


A una semana de la campaña electoral, violentando las medidas de bioseguridad, se han realizado concentraciones de pequeña magnitud, caravanas de vehículos casi vacíos, derroche de pancartas en las calles. Las caras de los candidatos comienzan a copar los medios de comunicación, la guerra sucia sube de tono y Áñez sale a la palestra haciendo abierta campaña, usando impúdicamente los recursos del Estado.

En las zonas centrales de las grandes ciudades, la gente pasa de largo, sin detenerse frente a los candidatos de la derecha tradicional, pero no dejan contener su bronca cuando aparecen los azules, las rechiflas e insultos surgen de todas partes.

La prensa informa que en muchos lugares las manifestaciones de hostilidad a los seguidores de Evo Morales se tornan cada vez más violentas. En Potosí, la gente concentrada en la calle ha impedido que los candidatos masistas inauguren su casa de campaña; en los Yungas de La Paz, una concentración grande ha quemado las banderas del MAS y la gente ha jurado que los atropellos perpetrados contra las organizaciones de los productores de coca de la región serán vengados con el voto.

Los candidatos masistas probablemente estén esperando que la campaña arrecie en los próximos días; hay anuncios en sentido de que se estaría preparando una gran concentración en el trópico cochabambino y, seguramente al aproximarse la fecha de las elecciones, se esforzarán en organizar cierres de campaña masivos en las zonas periféricas de las ciudades donde aún controlan algunas organizaciones sociales.

Se perciben señales de acomplejamiento en la candidatura azul por la corriente hostil que flota en el ambiente. Gente próxima a los parlamentarios más visibles del MAS señalan que éstos son hostigados en las calles, y alguno habría comentado que prefiere no salir de su casa para no exponerse a los insultos de la gente.

No cabe duda, esta campaña electoral es la más desfavorable para el MAS, acostumbrado a usar ingentes recursos del Estado de manera cínica. Morales se pasaba la gestión entera haciendo campaña electoral, volando en el avión presidencial, disponiendo de los helicópteros y vehículos públicos y regalando la plata de las arcas fiscales. Así podía trasladar gente de un lugar a otro para ostentar campañas multitudinarias que enmudecían a su famélica oposición.

Ahora no. Aunque las candidaturas de la derecha tradicional son tan miserables como antes y Áñez se aprovecha del aparato del Estado, la campaña electoral se realiza en un ambiente adverso para todos. Algunos aún guardan la esperanza de que el MAS garantice estabilidad económica; otros adoptan la lógica pragmática del “voto útil” para evitar que los masistas ladrones y prepotentes retornen al poder.

Pero la papeleta electoral no resolverá los graves problemas que emergen de las crisis económica y sanitaria. No se trata de encumbrar con el voto a un nuevo verdugo que hará gemir al país. Cualquiera que resulte elegido el 18 de octubre, optará por la vía del desastre para responder a la crisis: cargará con más impuestos a los sectores pobres del país, destruirá las conquistas sociales y mantendrá los sueldos miserables, destruirá los servicios fundamentales como la educación y la salud,  endeudará al país hasta el cuello, todo por el interés de la clase dominante y de las transnacionales.

Ahora, más que nunca, corresponde consolidar la independencia política de las organizaciones sindicales y sociales frente al Estado burgués y sus expresiones políticas. La gente debe llegar al convencimiento de la necesidad de organizar una dura resistencia contra la política anti obrera, antipopular y antinacional que fatalmente desarrollará el futuro gobierno que surja de las elecciones del 18 de octubre.

El voto blanco o nulo, en la presente coyuntura, es una de las formas concretas del ejercicio de la independencia política, ideológica y organizativa de los explotados y oprimidos del país.

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