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abril 20, 2021

Purgas en el MAS: Más que una pugna entre aparatos burocráticos, es la rebelión de las bases

¿Qué hay detrás del desbarajuste interno en el MAS? Es la agonía del fenómeno Evo que inventaron las masas oprimidas bolivianas, mayoritariamente indígenas y mestizas, como expresión de sus ansias de reivindicación nacional frente al Estado burgués blancoide, después de haber expulsado del poder al odiado régimen neoliberal vendepatria del “gringo” Gonzalo Sánchez de Lozada.

Este fenómeno se dio ante la ausencia en el escenario de la lucha de clases, del proletariado con su propia perspectiva revolucionaria: el gobierno obrero-campesino y de todos los oprimidos.

El MAS fue fuerte mientras la ilusión de que un indígena a la cabeza del gobierno era nada menos que el inicio de un “proceso de cambio” en sentido de liberación de las naciones originarias y de gobierno de los explotados y oprimidos. Esa ilusión fue su caudal político y la base de su fortaleza.

Sólo los revolucionarios advertimos sobre el contenido proburgués de la política del MAS y su líder Evo Morales, desde que llegó al gobierno proclamando su respeto a la gran propiedad privada burguesa junto a las demás formas de propiedad (pequeña, mediana, comunitaria).

El MAS gobernó para los opresores en nombre de los oprimidos. La impostura masista se fue haciendo evidente hasta borrar de la cabeza de las mayorías oprimidas esa ilusión de un MAS revolucionario.

Y eso determina su muerte política y su agonía como organización. La gangrena de la politiquería de los izquierdistas y los indigenistas reformistas, parió la corrupción de una militancia ávida de asaltar los puestos del Estado para robar. Es todo lo que le queda y por lo que se conforman camarillas que en lucha fratricida se disputan los cargos del Estado.

No es solo la pugna entre aparatos burocráticos, es una rebelión desde las entrañas de sus bases

La derrota electoral del MAS en las últimas elecciones subnacionales, después de su victoria electoral en las elecciones generales hace apenas seis meses, ha caído como una tormenta eléctrica en pleno día despejado. Para propios y extraños, sobre todo para aquellos que cometen el error de pensar que la fortaleza y las perspectivas de un partido o de un gobierno depende de la cantidad de votos que acumula en las elecciones, ha resultado inexplicable que, en tan poco tiempo, el MAS se hubiera convertido de vencedor en catastróficamente perdedor en las elecciones subnacionales y en el posterior balotaje para definir la suerte de cuatro gobernaciones.

Como consuelo de tontos, los portavoces del MAS niegan la derrota que es evidente para todos y para los propios masistas, y han inventado la teoría de que el partido azul sigue siendo el único de dimensión nacional y que mantienen el control del 90% de los municipios, por la maniobra de haber creado distritos electorales minúsculos que le permite acumular una gran cantidad de concejales y mantener bajo su control la gobernabilidad de los municipios y gobernaciones. Olvidan deliberadamente que el 70% del electorado se encuentra concentrado en las grandes ciudades, mayoría que le ha dado el voto castigo repudiando las arbitrariedades de Evo Morales y su pandilla que ha puesto de moda el “dedazo” como forma de imponer candidatos contra la voluntad de su militancia de base.

La rebelión interna en el MAS no es sólo un fenómeno que se da entre las camarillas cupulares en torno a intereses limitadamente prebendales; se trata fundamentalmente de la expresión del malestar generalizado reinante en el país contra un gobierno incapaz de resolver los graves problemas emergentes de la crisis económica y sanitaria que presiona sobre sus militantes; es la reacción violenta contra la reproducción en el gobierno de Arce Catacora de todos los actos de corrupción, las arbitrariedades y la prepotencia sin límites que caracterizó al gobierno de Evo Morales.

Se trata de una crisis que no podrá ser superada con maniobras de las camarillas a espaldas de las bases; al estar directamente vinculada con problemas estructurales que genera la crisis, tiene proyecciones insospechadas que puede terminar barriendo no sólo a sus dirigentes sino atomizando totalmente al mismo partido.

En los últimos días, han surgido amenazantes tendencias en el seno de las nacionalidades indígenas en sentido de barrer con al entorno k’ara, “intelectual” del MAS encabezado por los García Linera, los Quintana y otros considerados causantes de las desgracias del oficialismo. Otros exigen, a voz en cuello, la expulsión de los responsables de las derrotas en las elecciones subnacionales; también existen tendencias que exigen que las próximas evaluaciones y las sanciones deben llegar hasta la alta cúpula de los dirigentes masistas, incluido al mismo Evo Morales.

El entorno evista, en el intento de neutralizar la rebelión de las bases y paralogizar a los dirigentes disidentes, ha organizado una reunión de evaluación del desastre electoral, en Cochabamba; ha empezado cerrando las puertas de la reunión a los considerados críticos y opositores al evismo, al puro estilo estalinista parece que estaría decidido a ejecutar un gigantesco plan de purgas de los dirigentes identificados como críticos.

Coincidiendo con la fecha y el lugar de la reunión de evaluación, ha convocado a una gran concentración nacional en Cochabamba con la finalidad de hacer una demostración de fuerza a sus opositores internos y externos; paralelamente, el gobierno ha denunciado que existen planes desestabilizadores desde dentro y fuera de país; ha hecho un llamado a todas las organizaciones sociales a salir a las calles a defender al “gobierno del proceso de cambio”.

Son manotazos desesperados en el intento de aplacar, de la manera más torpe, la crisis interna del MAS, y con la esperanza en que la burocracia sindical pueda sacar a las calles multitudes en defensa del gobierno.

La putrefacción del MAS

Las denuncias de negociados que ejecutan altos funcionarios del gobierno, el nepotismo político y familiar en las designaciones de cargos, tanto en las reparticiones del gobierno central como en las gobernaciones y alcaldías, sobreprecios en la ejecución obras, denuncias de tráfico de drogas y de sustancias peligrosas, etc., son casi cotidianas y la gente parece que se acostumbrara y las tomara como algo normal tratándose de los gobiernos masistas, tanto de Evo Morales como de Arce Catacora.

Sin embargo, el escándalo de los últimos días en torno al Ministerio de Tierras y Aguas ha vuelto a sacudir los cimientos de las estructuras de poder del gobierno. Se trata de un escándalo en medio de la crisis interna del MAS y salta como parte integrante de ella.

Los negociados en el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y en el Ministerio de Tierras son de larga data; las denuncias en torno al tráfico de tierras fiscales a particulares y a sectores sociales, de la concesión y legalización de títulos de propiedad de tierras tomadas directamente por migrantes y por poderosos terratenientes agroindustriales del Oriente boliviano son de todos los días y ya no extraña a nadie.

Circula mucha plata en forma de coimas y de la venta de grandes extensiones de tierras en áreas protegidas para preservar el ecosistema natural y los derechos de los pueblos indígenas que ancestralmente viven en esos lugares. Operan en este negocio grupos de poder directamente organizados por los altos jerarcas del gobierno masista con protección oficial. En realidad, se trata de poderosas mafias que actúan de manera impune con la venia de jueces, fiscales y gobernantes que pasan de ciegos y sordos porque, llegado el momento, reciben parte del jugoso negocio.

Elementos como Characayo, el ex ministro recientemente echado de su cargo tras ser descubierto en flagrancia recibiendo una coima, probablemente habrá transgredido algún código con el que funcionan estas mafias; son los operadores visibles porque los poderosos cerebros actúan desde las sombras como entorno cercano de los verdaderos capos (Evo Morales, Quintana, García Linera, Romero, etc.) y son los que reciben la parte gorda del botín.

La presión desde afuera, en sentido de destapar la olla podrida del INRA, es fuerte y probablemente vuelen otras cabezas y no precisamente de los principales sino de los peones que, probablemente, después de permanecer unos meses en la cárcel, serán premiados con otros cargos no muy visibles en el gobierno central.

Llama la atención que los principales dirigentes de los interculturales, que consideran que su sector es uno de los pilares fundamentales del gobierno y del “proceso de cambio”, hubieran saltado desafiantes en defensa de Characayo; estos que también son acusados de ser beneficiarios de las coimas, saben que guardan en la lengua los secretos de los negociados y por eso pueden darse el lujo de dar plazos de 48 horas para que el Ministro de Gobierno, los fiscales y los jueces vayan de rodillas a San Julián a explicar por qué Characayo ha sido echado del ministerio y detenido en la cárcel de Palmasola. Además, con tono desafiante han recordado a Arce que ese Ministerio es parte de la cuota de poder de los interculturales y que no se atreva a nombrar a otro que no sea de su sector.

Finalmente, han anunciado que si en las 48 horas no se cumplen sus exigencias procederán a bloquear los caminos paralizando parte del Occidente boliviano. Este incidente revela el grado de putrefacción al que ha llegado el régimen masista y que al cínico de Juan Ramón Quintana le parece un “hecho intrascendente”.

* Tomado de Masas N. 2647, 20 de abril de 2021.

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