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noviembre 09, 2021

Cumbre de Glasgow: Bolivia se niega a proteger bosques y a respetar los derechos indígenas

Es hipócrita la actitud del gobierno boliviano al no firmar la declaración de Glasgow, pretendiendo mostrarse como anticapitalista y antiimperialista, cuando en su propio país está desarrollando una política francamente neoliberal en el sentido de privatizar los bosques y los ríos para convertirlos en objetos de negocio al servicio de la burguesía agropecuaria y minera.

La Cumbre se realizó en Glasgow (Escocia) y participaron 133 naciones. El gobierno boliviano pretendió bloquear el viaje de la delegación de los pueblos originarios del Oriente movilizados por la defensa de sus bosques y ríos, contra el avasallamiento de las grandes empresas agroindustriales y los interculturales, apresando a su representante, Tomás Candia, en Migración del aeropuerto de Santa Cruz: sin embargo, otro de los miembros de la delegación pudo eludir el control policial para llegar a la sede de la Cumbre con la finalidad de denunciar la conducta hipócrita del gobierno boliviano.

En su discurso, Arce Catacora dijo que Bolivia constituye la vanguardia de los derechos de los pueblos originarios del mundo que lucha porque los gobiernos de países industrializados respeten a los pueblos que luchan por la defensa de la “Madre Tierra”. Ha pretendido diferenciar la política de los pueblos originarios a la cabeza de Bolivia que consiste en el “vivir bien” del “capitalismo verde” que desarrollan los países industrializados que son los verdaderos culpables del calentamiento global, cuya factura la pagarán las nuevas generaciones de la humanidad.

No pudo ser más cínicamente demagógico el discurso cuando el gobierno boliviano está entregando masivamente las tierras comunitarias de origen a sectores que encarnan la propiedad privada de la tierra como son los grandes agroindustriales del Oriente boliviano y los llamados interculturales; cuando está impulsando la desforestación masiva de los bosques y envenenando los ríos con los lixiviados que genera la industria; cuando, todos los días, permite que grupos parapoliciales armados tomen comunidades íntegras expulsado a los verdaderos dueños de las tierras y los bosques que milenariamente constituyen su hábitat natural, etc.

Por mucho esfuerzo que haga el gobierno del MAS por diferenciarse de la igualmente política hipócrita que desarrolla el imperialismo sobre la necesidad de reducir el dióxido de carbono en la atmósfera terrestre, cuando en la declaración de Glasgow proclaman la reforestación de los bosques y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas que habitan los bosques, etc., sin superar el modo de producción capitalista que consiste en la destrucción masiva del ecosistema porque la producción está subordinada al interés de ganancia del capitalista reduciendo –cada vez más- los costos de producción y mal se puede esperar que gasten en la reforestación de la tierra depredada o procesar y reciclar los lixiviados industriales porque les significa subir sus costos de producción en una época en que las crisis estructurales del sistema capitalista se hacen más frecuentes y profundas.

El modo de producción capitalista es sinónimo de destrucción de la naturaleza al que, en la práctica, el gobierno boliviano se suma entusiasta porque representa los intereses de la clase dominante nativa y de las transnacionales imperialistas.

Es hipócrita la actitud del gobierno boliviano al no firmar, junto a Venezuela, la declaración de Glasgow pretendiendo mostrarse ante el mundo como anticapitalista y antiimperialista cuando en su propio país está desarrollando una política francamente neoliberal en el sentido de privatizar los bosques y los ríos para convertirlos en objetos de negocio lucrativo al servicio de la parasitaria burguesía agropecuaria nativa y de sus socias, las transnacionales imperialistas, dedicadas sobre todo a la explotación minera.

Su política del “respeto a los derechos de la madre tierra” se cae en pedazos por su servilismo a los intereses de los depredadores y avasalladores de las tierras comunitarias de origen, cuando la explotación extensiva de la tierra exige que, año tras año, las grandes empresas agroindustriales dejen las tierras agotadas para buscar otras nuevas y más fecundas con la finalidad seguir intensificando los cultivos y la crianza de ganado para llegar a los mercados internacionales en una época de gran demanda de productos alimenticios; cuando se ha convertido en el campeón de la deforestación y la quema de miles de hectáreas convirtiendo grandes zonas de Oriente en verdaderos desiertos improductivos; cuando la gran minería en manos de las transnacionales, todos los días, utilizan las pocas aguas de la región y las envenenan matando la biodiversidad de los ríos y lagos, etc.

Hay que tener cara dura al seguir utilizando el mismo discurso en los foros internacionales cuando los interculturales, protegidos del gobierno, son los mayores causantes de los chaqueos y de la quema de los residuos vegetales.

Campeón de la demagogia

El Presidente Arce estuvo en la Cumbre Climática Mundial (COP26) como si fuera un ambientalista convencido y a la vez un anticapitalista furioso. Sin embargo en Bolivia la política masista es de ataque furioso al medioambiente, operado por agroindustriales e interculturales, ambos filomasistas. Ellos consideran que no hay que hacer caso de los reclamos medioambientalistas y depredar sistemáticamente el bosque, deforestar para habilitar siembras, deshacerse de las tierras indígenas, de las áreas protegidas, ampliar la frontera agrícola incendiando bosques si es preciso.

El MAS tiene planificado incorporar tierras al proceso productivo al ritmo de1 millón de has/año según confesó García Linera en su momento. Entonces, de qué defensa del medioambiente se puede hablar. El “vivir bien” es el anzuelo demagógico para pescar incautos.

El MAS, García Linera, Evo Morales y otros ya dieron a conocer su adscripción a un modelo capitalista depredador, de socialistas no tienen nada. Ellos asignan a los grandes propietarios y también a los pequeños (cocaleros, interculturales, comunidades, etc.) la tarea de apoderarse de la mayor cantidad posible de tierra para incorporarla como factor productivo, sin fijarse para nada en su función ambiental, su vocación productiva o su pertenencia a pueblos indígenas. Es la realización del modelo del capitalismo andino-amazónico, de un capitalismo salvaje, tardío (o sea imposible) y que trae barbarie.

El MAS (falso ambientalista) asegura que Bolivia para desarrollarse debe arrasar la tierra, los bosques, la selva, como lo hicieron los europeos. Para el masismo cualquier defensa medioambiental es retrógrada. A punta de quemas Bolivia es la antesala del infierno, donde operan los propios agroindustriales deforestadores congénitos y también los sindicatos campesinos o comunidades dirigidas por el masismo, interculturales clientelistas muy demandantes, manipulados por el victimismo identitario y un espíritu reivindicacionista, pero finalmente intermediarios entre el capital, los recursos naturales y los especuladores o traficantes de tierras.

Los interculturales son “comunidades” sui géneris, no son de tipo originario que cazan, pescan y recolectan con poco impacto ambiental; son grupos con visión capitalista que defienden el derecho a la propiedad individual para incorporar tierras al mercado, ya sea productivo o de tipo inmobiliario. Además, son captados por el MAS para sentar presencia geopolítica y con votos apoderarse de las regiones y sus autoridades.

Los pueblos indígenas detentadores de tierras de variable dimensión, peor aquellos que ni las tienen, no tienen cabida. Están condenados a ser despojados y finalmente a desaparecer, o integrarse para diluirse, perdiendo su identidad, su cultura, su condición económica, arrinconados en virtuales reservas donde se aletargarán añorando su pasado cuando eran dueños de los territorios, buscaban la “tierra sin mal”.

Corren grave peligro si no reivindican su derecho a autodeterminarse para rescatar su sustento material y cultural, pero sobre realidades económicas tangibles detentando la tierra como soberanos, autodeterminándose en orientación y decisión de los pueblos, no como declaración simbólica, simple adorno demagógico, tampoco como instancia burocrática, estatizada.

Los falsos socialistas en el poder han abusado demagógicamente de la idea de la autodeterminación apelando a la vez a un incompatible sentimiento nacional de unidad. No puede haber un país coherente si oprime a las nacionalidades que instintivamente reclaman su derecho a ser soberanos de su tierra y de su futuro.

Bajo la concepción masista, Bolivia para su desarrollo debe usar la receta de las potencias capitalistas, con depredación y contaminación, que ya lleva al planeta al cambio climático. Como los Trump o los Bolsonaro, los masistas son enemigos del medio ambiente y lo verde, quieren parir nuevas burguesías inevitablemente más depredadoras.

El estado es relativamente benevolente con empresarios que secundan sus planes, banqueros, agroindustriales, ganaderos, mineros, etc., potenciados a diario. La acumulación rápida, la forma de capear la crisis, es depredando los recursos naturales, extractivismo.

Secundan esta política los clientes del MAS o gente ilusionada con las falsas promesas masistas. Es todo lo contrario a un desarrollo social de verdadero beneficio colectivo, que frene la disgregación del campo, la migración a la ciudad y proteja la propiedad colectiva frente a la individual. Nada que ver con saltar a un desarrollo económico de cuarta generación que respete la biodiversidad y el medioambiente. No quieren impulsar la granja colectiva, la producción saludable, el uso racional de los recursos naturales, donde los productores se realicen con precios acordes a su esfuerzo.

El actual estado plurinacional, pese a sus promesas, es permisivo y perpetuador del atraso, sus visiones de desarrollo son anacrónicas, de sometimiento al capitalismo mundial, eso es promesa de frustración, de desastre. Se está haciendo un capitalismo salvaje imparable.

Muchos protestan y se desesperan ante el desastre que ven desarrollarse ante sus ojos y llaman a castigar a los responsables mediante la ley o la acción directa. En realidad el problema de fondo es ideológico. El pensamiento postmodernista irracional se ha apoderado de sectores afines al MAS que están convencidos de su aberrante tarea creyendo que hacen una revolución.

Tomado de Masas N. 2676.

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